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Cenar con los niños: una sana costumbre

Familia cenando en la cocina

Un momento para disfrutar en familia
Compartir la cena con los hijos es uno de los momentos más bonitos del día. Es una comida que se puede disfrutar con tranquilidad, sin prisas, aprovechando para hacer repaso de las experiencias que hemos tenido durante el día. Incluso, aunque los niños sean pequeños y aún no hayan comenzado a hablar, conviene empezar a tener este hábito que repercute tan positivamente en su salud física y emocional. Para ello, es prioritario mantener lejos los dispositivos electrónicos.

Ahora que hemos vuelto a la rutina, es el momento de empezar a planificar las cenas y dejar de lado los excesos del verano. En España, la obesidad infantil se ha multiplicado por 10 en la última década. Un problema que es cada vez más frecuente y que afecta en nuestro país al 30% de los menores. La cena debe representar un tercio de las necesidades alimentarias de cada día y conviene que su elaboración sea sencilla. Se trata de compensar el menú del resto del día, por eso, si los niños comen en la escuela infantil o en el colegio, es bueno basarnos en su menú para equilibrar aquello que falte e intentar, siempre que se pueda, apostar por la variedad. Estas son algunas de las recomendaciones para lograr que las cenas sean saludables.

 
Adelantar los horarios
Todos sabemos que los niños no pueden llevar los horarios que llevamos los adultos. Deben acostarse más temprano para tener suficientes horas de sueño y por esa razón, deben empezar a cenar antes. Para cenar con los hijos se hace necesario entonces adelantar también nosotros los horarios, lo cual repercutirá positivamente en nuestra salud. Si conseguimos cenar pronto lograremos disponer de tiempo para nosotros antes de irnos a dormir. Además, si luego tenemos hambre, siempre podemos tomar algo ligero al cabo de dos horas, como un yogur.

 
Una comida ligera
Lo más importante es intentar no abusar de los platos preparados y los hidratos de carbono e introducir la verdura en esta comida. Por regla general, la cena debería incluir un plato de verdura (entera o en forma de crema) o una sopa (también puede ser de verduras), seguida de un plato de proteína (pollo o pavo preferiblemente, pescado o huevo) o de hidratos de carbono (arroz, pasta o legumbres) y terminar con una fruta de temporada.

Según el IV Observatorio Nestlé sobre Hábitos Nutricionales y Estilos de Vida de las Familias el 42% de los niños toma menos verduras de lo aconsejado (dos veces al día). Los expertos recomiendan que la proporción de verduras y hortalizas sean un 50%, un 25% de proteínas y el resto de hidratos de carbono. Pero estas proporciones raramente se cumplen.

 
Un ejemplo para los hijos
Cuando los niños son muy pequeños, comer juntos, hará que tengan el deseo de comer ellos solos, porque los niños quieren imitar a los demás, y además fomentará el apetito de los niños que comen menos. Además, comer en familia, es la mejor manera de crear buenos hábitos. Si los niños ven que los padres comen verduras, ellos querrán también comerla ya que lo verán como algo natural.

Si el niño no quiere probar ciertos alimentos lo mejor es ir poco a poco y realzar el valor de los alimentos. Contar sus bondades y lo importantes que son para nuestro cuerpo.

En cuanto a los alimentos que no son deseables, como la bollería industrial o las chuches, conviene explicarles que no son buenas, pero no prohibirlas porque podemos aumentar el deseo de consumirlas.

 
Conversar con los hijos
Compartir nuestras experiencias diarias con los niños, contarles cosas aunque aún no sepan hablar y sentarnos con ellos a cenar es una experiencia que sin duda trae beneficios para toda la familia. Para ello, es básico no encender la televisión y mantener alejados los móviles y las tablets. Los estudios confirman que los niños que comen con un dispositivo electrónico sufren mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad, ya que no controlan lo que ingieren, comen más rápido y sin control.

 
Planificarse para comer sano
Hacer una planificación semanal para saber que se va a cenar cada día y hacer la compra según lo que vamos a consumir es fundamental para comer sano. Así se evita tomar comidas preparadas, que nos sacan de un apuro, pero no son la mejor opción para las cenas. Además, si evitamos picoteos que quiten el hambre, los niños llegarán con hambre a la cena y aceptarán mejor los alimentos que les ofrecemos.

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