Cómo poner normas a los niños y que las cumplan
Mostrar a los niños lo que está bien y lo que está mal es quizá uno de los principales retos educativos a los que se enfrentan padres y educadores en los primeros años. Habrá que adaptar las normas dependiendo de la edad de los niños, ya que no podemos esperar lo mismo de un bebé de un año que de un niño de cuatro y no sirve de nada acelerar el proceso natural del desarrollo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las normas son necesarias. Los niños necesitan autoridad para crecer felices y seguros. Por supuesto, que el ambiente familiar es el lugar más seguro que tienen los niños para empezar a cumplir las normas y transgredirlas, ya que luego este aprendizaje se trasladará a todos los lugares: el colegio, el parque…
A la hora de establecer normas es fundamental que estas sean pocas y claras, sin razonamientos. Debemos establecerlas de forma firme, pero cariñosa. Los niños pequeños no tienen desarrollada la capacidad de autocontrol, y son los padres y educadores los que debemos ser su control, hasta que logren interiorizarlo.
Para establecer las normas habrá que tener en cuenta lo siguiente:
- Deben ser normas que estén consensuadas. En casa, con la pareja, y en el colegio entre los profesores. Conviene que todos, adultos y niños conozcan bien las normas que deben cumplir todos.
- Tono de voz. No grites, si debes repetir una norma, acércate al niño y ponte a su altura, si es posible, para que establezca contacto visual contigo. Recuérdale la norma y usa el lenguaje corporal, sonríele si ves que cumple o frunce el ceño si no está comportándose de la manera correcta.
- Inspira seguridad. Es importante que el niño no te vea dudar. Una sola frase es suficiente (“eso no se hace”) y no hace falta que la repitas constantemente. Si pide explicaciones, dalas de forma sencilla (“porque está mal. No lo vuelvas a hacer, por favor”).
- Mantente calmado. Frente a sus desafíos, intenta no perder la calma. Ten en cuenta que los niños muchas veces transgreden las normas para ver qué pasa, ese es su rol, el tuyo es corregir su comportamiento y cuanto más firme seas, mejor será el resultado. Si notas que la situación te supera, respira hondo y sal de la situación unos instantes para volver a afrontar la situación con tranquilidad.
- No uses etiquetas ni comparaciones con otros niños. Elogia o no su conducta, no al niño (“te estás portando mal” en contraposición a “eres malo”).
- No cedas. Mantente firme y no cambies las normas dependiendo de la situación. Ten en cuenta que las normas deben seguir una coherencia educativa, por eso es fundamental que todos los implicados conozcan aquellas reglas que se han de respetar (padres, abuelos, profesores…). Si cedemos le enseñaremos que solo necesita constancia y tiempo para conseguir lo que quiere.
- Propón alternativas. Si el niño se enfada porque quiere algo que otro compañero tiene, proponle una alternativa para solucionar el problema. Se trata de darle una salida al niño, siempre y cuando no haya mal comportamiento por parte del pequeño.
- Los niños responden mejor a mensajes positivos, es decir, en lugar de (“no chilles”, “intenta hablar de forma más tranquila”).
- No escatimes en elogios y atención. La atención es una de las armas más poderosas que tenemos. Si solo hacemos caso al niño cuando se porta mal, este se portará mal para conseguir nuestra atención. Por eso es fundamental usar la atención también para los hechos positivos, para elogiar cuando el niño se porta bien. Del mismo modo se puede retirar la atención ante malos comportamientos (“hasta que no dejes de chillar, no te voy a escuchar”).
- Por último, recuerda que los premios y castigos se deben dar a continuación de la conducta para que resulten efectivos.