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Niños: cómo afrontar la muerte de un ser querido

Dibujo de un niño triste sentado delante de unas lápidas con una rosa y un peluche

La importancia de gestionar la pérdida
La vida y la muerte forman parte de nuestro ciclo vital, sin embargo para los niños esta cuestión no es fácil de entender. Muchos niños no vivirán la muerte de seres queridos cercanos y, por esta razón, la viven como algo ajeno. Sin embargo, enfrentarse a la pérdida de un abuelo, un padre, incluso de un animal con el que se han criado supone un varapalo que hay que saber gestionar.

Contar las cosas de forma clara, sin eufemismos
Los expertos señalan que lo más importante en estos casos es siempre tratar el tema con naturalidad, sin tratar de ocultarlo, ya que la muerte forma parte de la vida.
Uno de los errores más comunes es intentar evitar el sufrimiento de los niños, pero habrá que distinguir si realmente no queremos que los pequeños sufran o no somos capaces de enfrentarnos nosotros mismos a la ansiedad que nos genera la situación. Cuando alguien muere, los adultos han de lidiar con su propio dolor y a la vez estar atento al niño, lo que hace doblemente difícil el momento de la pérdida.

Otro de los errores que se comenten es intentar retrasar la noticia de la muerte, sin embargo, esto puede provocar desconfianza en los niños, ya que se preguntarán porque no se les ha contado antes. Al fin y al cabo, la pérdida es algo que tarde o temprano sabrán. Por eso, lo más acertado es comunicar a los niños la noticia lo antes posible, sin eufemismos que expliquen lo que ha sucedido. Se trata de contarles la verdad adaptada a su edad.

 
El concepto de la muerte según la edad
Para saber cómo actuar según la edad del niño hay que tener en cuenta como entienden el concepto de la muerte.

  • Hasta los 2 años, los niños consideran la muerte como una palabra, sin mayor significado. Alrededor de los 8 meses el bebé desarrolla la noción de permanencia, que le permite experimentar la ausencia de las personas importantes para él. Sin embargo, el niño no sabe que significa morir. En esta etapa, si se produce una muerte, lo más importante es mantener sus rutinas para transmitir la tranquilidad, seguridad y estabilidad que el bebé necesita.
  • De los 2 a los 6 años, el niño entiende la muerte como un hecho transitorio y lo reviste de misticismo. Poco a poco, el niño comenzará a hacerse preguntas y hay que estar preparado para responderles de la forma más clara posible para que entiendan la muerte como un hecho natural e irreversible. Ser claro y concreta evita que desarrolle fantasías alejadas de la realidad que pueden ser dañinas para el futuro.
  • A partir de los 6 años, los niños comprenden mejor y muchos niños quieren participar en los rituales de despedida. Podemos explicarles con antelación cómo se desarrollan y ver si su deseo es participar o no. Lo importante: acompañarles en el proceso.

 
En cuanto a recomendaciones para el duelo, la Asociación Española de Pediatría (AEP) señala:

  • La importancia de mantener las rutinas todo lo posible. Se trata de que los cambios afecten lo menos posible a la vida del niño. Si la muerte es previsible, se puede preparar al niño, para que la transición sea progresiva.
  • Hablar de la muerte con el niño. No evitar el tema y hablar del ello siempre que el niño lo demande. La AEP sugiere incluso animar al pequeño a tratar el tema, compartiendo con él la tristeza o los recuerdos positivos asociados a la persona fallecida para sobrellevar la situación.
  • Evitar tomar decisiones importantes que puedan afectar a los niños durante el duelo. Es mejor, esperar un tiempo prudencial para que estas decisiones no cambien bruscamente la forma de vida de los niños.
  • Observar al pequeño. Tener en cuenta los cambios que pueda experimentar, si sufre regresiones (es decir, si tiene conductas que ya había dejado atrás, como hacerse pis en la cama…). Si la persona fallecida era esencial para el niño y después de los primeros seis meses se sigue experimentando situaciones de gran intensidad (enfados, baja del rendimiento escolar, pesadillas…), los pediatras aconsejan acudir al especialista para valorar el estado emocional del niño.
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