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Niños: cómo enseñarles a organizarse

Niño ordenando juguetes en su habitación

La gran mayoría de los padres desean que sus hijos sean ordenados ya que esta virtud facilita la convivencia en el hogar. Sin embargo, no siempre es una tarea fácil. Si bien hay algunos niños que de manera natural cuidan y ordenan sus juegos y materiales, la mayoría no se preocupa por el orden y en unos minutos pueden convertir la estancia de una casa en una auténtica leonera. Por muy pequeños que sean los niños, estos pueden aprender ciertas normas que hagan que todo se mantenga en orden, además, cuanto antes empiecen a aprender a hacerlo, más fácil será que lo continúen haciendo cuando se hagan mayores. El orden, ayudará sin duda al niño de cara al futuro, en casa y en la escuela, pues es sin duda uno de los factores que harán que el niño sea mejor estudiante.

Los primeros años de vida son fundamentales para que el niño aprenda a ser organizado. Los hábitos en estas edades son la forma en que los pequeños adquieren orden en sus vidas, y cuántos más hábitos saludables adquieran, mejor se organizarán después. Por ejemplo, al llegar a casa del colegio, el niño sabe que lo primero que tiene que hacer es quitarse la ropa, lavarse las manos, poner la mesa y sentarse a comer. Son rutinas que permiten interiorizar el orden en la vida del niño y que se pueden realizar con poco esfuerzo.

 
Te enseñamos unas pequeñas pautas para ayudar a los niños a que aprovechen bien el tiempo y no afronten el día a día de forma caótica:

  • Ve poco a poco. Como todas las cosas que contienen un aprendizaje, conviene ir despacio. Tener orden, más cuando no existe una tendencia natural al mismo, es un proceso lento, un cambio que se ha de producir paso a paso. Lo mejor es poner la atención en conseguir pequeñas cosas e ir aumentando la exigencia según se vayan consiguiendo lo que nos vamos proponiendo.
  • Involúcrate. Aunque llega un momento en que ser organizado es una responsabilidad del propio niño, aprender a ser organizado es una habilidad que se adquiere con la práctica. Por eso, lo que aprenda en casa y en la escuela infantil en estos momentos es fundamental para que luego el niño lo asuma en su vida. El niño, por pequeño que sea, debe ser consciente de que como miembro de la familia tiene unas responsabilidades, adaptadas a su edad y su capacidad. Debemos ser nosotros, los adultos, los que les hagamos responsables de aquello de lo que se pueden responsabilizar. Recuérdale a menudo lo que quieres que haga y alábale cuando lo haga por sí mismo. Intenta no hacerle tú todo por las prisas o porque lo consideras pequeño, verás cómo él puede hacer un montón de cosas solo.
  • Céntrate en lo positivo. A menudo, el niño desorganizado está acostumbrado a recibir mensajes negativos “todo es un desastre”, “si sigues así no llegarás a nada cuando seas mayor”… estos mensajes afectan a su autoestima y no logran el objetivo buscado. Da más importancia a los pequeños cambios y alude más al esfuerzo que al resultado.
  • No califiques. A veces, en el enfado ante el desorden pueden surgir palabras para calificar al niño como perezoso, irresponsable… intenta no calificar al niño y apremiarle para que haga las cosas bien. La idea es que modifique su comportamiento y la mejor manera es enseñarle las virtudes de ser ordenado.
  • Fíjate objetivos realistas. No pretendas que las cosas cambien de un día para otro. Los cambios serán poco a poco y tendrán que adaptarse a las características y desarrollo de los niños.
  • Prémiale aunque el logro sea mínimo. Conviene reconocer el progreso y el esfuerzo del niño, con alabanzas o premios (estos tienen que ser pequeños y preferiblemente no materiales). La recompensa es la mejor motivación para seguir esforzándose y alcanzar nuevos objetivos.
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