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Siesta: hasta los cuatro años, ¡no se la quites!

Niña durmiendo las siesta con su peluche

Durante los primeros años de vida el bebé debe dormir muchas horas, además, de la noche, el niño reparte habitualmente el sueño en dos siestas diarias, una por la mañana y otra por la tarde. Según van pasando los meses, la necesidad de sueño va decreciendo y la siesta mañanera va desapareciendo. Los niños de entre 1 y 3 años deberían dormir de 10 a 13 horas diarias. La eliminación de la siesta debería ser voluntaria, respetando la necesidad de sueño de los pequeños, pero si para ellos es necesario no se debe prescindir de la siesta, ya que puede alterar su descanso nocturno y crear el cultivo necesario para que se produzcan los terrores nocturnos.

 
Por qué deben dormir siesta
La siesta es un complemento necesario al descanso nocturno, al menos durante los primeros cuatro años. Según las investigaciones, durante el sueño aumentan las conexiones neuronales. Dormir hace que se incremente la plasticidad y la capacidad cerebral, desarrollando el aprendizaje y la memoria. Además, el sueño ayuda a reponer fuerzas y favorece el crecimiento, pues durante el mismo se libera la hormona del crecimiento.

Los expertos señalan, además, que gran parte de las sustancias que nos ayudan a defendernos de las infecciones se segregan durante el sueño, por lo que la falta de sueño puede afectar negativamente al sistema inmunológico.

 
¿Cuánto tiempo debe durar la siesta?
La siesta cumple un papel fundamental en el reposo físico y mental de los niños. Lo ideal es no obligarles si no quieren, pero al menos proponérselo y proporcionales el ambiente idóneo para que pueda darse. Alrededor de los tres años, el 20% de los niños rechazan la siesta y es mejor no forzarles, pero también es necesario respetar al resto de niños que si la necesitan. Cada niño tiene su propio ritmo y si a un niño menor de cuatro años se le quita la siesta sin haberla rechazado, se le están reduciendo el número de horas de sueño que realiza el día, lo que puede ser perjudicial para su desarrollo.

La mejor forma de saber si el niño duerme lo suficiente es ver que está contento y que su conducta es normal. Cuando el niño debe descansar más de lo que lo hace, se suele mostrar irritable, nervioso, llorón. Le costará mantener la atención. Y además, puede que luego, por la noche tenga problemas para conciliar el sueño.

Lo mejor es echar la siesta tras la comida, y nunca más tarde de las cuatro de la tarde, para no interferir con el sueño nocturno. La duración, deberá fijarse según las horas que haya dormido durante la noche anterior y la actividad física que haya realizado el niño. Si ésta ha sido intensa, necesitará alargar el descanso de la tarde. Si ves que el tiempo de descanso se alarga y puede interferir durante la noche, no despiertes al niño de forma brusca, abre la puerta para que vaya escuchando ruidos poco a poco y se vaya despertando progresivamente, así evitarás que se irrite.

 
Un ambiente propicio para dormir
Además, de no negarle la siesta, el momento de descanso debe ser adecuado para que el niño no abandone antes de tiempo este sano hábito:

  • Elige un lugar cómodo. Un espacio tranquilo, alejado del ruido y de la claridad es lo ideal para conseguir el descanso deseado. Además, fíjate en que la temperatura de la habitación sea agradable.
  • Establece una rutina. Intenta que todos los días duerma en el mismo sitio y sobre la misma hora. Echar la siesta tras la comida es la mejor opción, ya que el proceso de la digestión ayuda a conciliar el sueño.
  • Dale seguridad. Aunque parezca que no te entienda, háblale sobre lo bueno que es dormir y lo descansado que estará después para seguir jugando. Lo importante, es que el niño vaya acostumbrándose a dormirse solo y que asocie el acto de dormir a un placer más de la vida.
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