Cinco juegos educativos y divertidos para bebés de 12 meses
El juego como primer lenguaje
A los 12 meses, los bebés viven un momento apasionante: su cuerpo y su mente están preparados para conquistar el movimiento, la exploración y la comunicación. Empiezan a ponerse de pie, a intentar dar sus primeros pasos o, simplemente, o a disfrutar del gateo con una curiosidad imparable. En esta etapa, cada gesto, cada balbuceo y cada juego son aprendizajes en marcha.
El juego en bebés es mucho más que un pasatiempo. Es la forma natural que tienen los niños de conocer su entorno, de descubrir su propio cuerpo y de comenzar a construir las bases del pensamiento. A través del juego, el bebé fortalece la motricidad, estimula los sentidos, aprende a comunicarse y, sobre todo, se siente seguro y querido. Jugar es aprender, pero también es vincularse: en cada risa compartida con un adulto hay un lazo emocional que da confianza para seguir explorando.
En torno al año, el movimiento se convierte en el gran protagonista. El bebé busca arrastrar objetos, apilar, lanzar, empujar y volver a empezar. Estas repeticiones no son casuales: son ensayos de coordinación, fuerza, equilibrio y pensamiento lógico. Los adultos, tanto en casa como en la escuela infantil, pueden acompañar este proceso con actividades de estimulación temprana que sean seguras y significativas.
A continuación, te presentamos cinco juegos educativos para disfrutar con los niños de doce meses, perfectos para potenciar su desarrollo y reforzar los vínculos afectivos.
1. Pasando el túnel: el placer de moverse y explorar
A esta edad, el gateo sigue siendo una experiencia muy valiosa. Aunque algunos bebés ya caminan, desplazarse por el suelo favorece la coordinación entre brazos y piernas, fortalece los músculos y mejora la orientación espacial.
Cómo jugar: Coloca un túnel de gateo o improvisa uno con cajas grandes o mantas. Siéntate al otro lado y haz rodar una pelota hacia el bebé, animándolo con tu voz y tu mirada para que la siga y atraviese el túnel. Aplaude cada vez que lo consiga: la emoción del logro refuerza su autoestima y su deseo de seguir intentándolo.
Beneficios: Este juego fortalece la motricidad gruesa, potencia la autonomía y despierta el sentido de seguridad emocional al experimentar que puede desplazarse y llegar por sí mismo a su objetivo. Además, el contacto visual constante con el adulto aporta confianza y refuerza el vínculo afectivo.
2. Encajando piezas: pequeños movimientos, grandes aprendizajes
A los doce meses, los dedos del bebé comienzan a adquirir mayor precisión. Ya puede coger objetos pequeños utilizando el pulgar y el índice, en lo que se conoce como movimiento pinza. Este avance abre la puerta a nuevas experiencias: apilar, encajar, meter y sacar.
Cómo jugar: Ofrécele juegos de encaje, vasos de diferentes tamaños o cajas que pueda abrir y cerrar. Permítele experimentar libremente, construir torres y derribarlas, repetir una y otra vez la misma acción.
Beneficios: Con cada intento, el niño fortalece la motricidad fina, mejora la coordinación ojo-mano y desarrolla su concentración. Además, estas actividades favorecen el pensamiento lógico y la exploración sensorial, ya que el pequeño empieza a establecer relaciones de tamaño, forma y equilibrio.
3. Deslizando objetos: el inicio del pensamiento científico
Nada fascina más a un bebé que ver cómo algo se mueve. Cuando una pelota rueda cuesta abajo, su mirada se llena de asombro: acaba de descubrir una relación causa-efecto.
Cómo jugar: Crea una rampa con una cuña o un trozo de cartón. Muestra cómo una pelota desciende por ella y anímalo a repetir la acción. Pronto querrá hacerlo solo, lanzando una y otra vez su pelota favorita.
Beneficios: Este sencillo juego estimula la curiosidad natural y el razonamiento espacial. El bebé comienza a observar, comparar y anticipar resultados: los primeros pasos del pensamiento científico infantil.
4. Mi cajita musical: aprender a escuchar
El desarrollo auditivo es esencial en esta etapa. A través de los sonidos, el bebé empieza a identificar ritmos, entonaciones y palabras, pero también desarrolla su capacidad de concentración y su orientación espacial.
Cómo jugar: Muestra al niño una cajita musical o un juguete con cuerda. Deja que la observe y escuche su sonido. Luego escóndelo bajo una almohada y, al hacerlo sonar, pregúntale: “¿Dónde está?”. Anímalo a buscar y celebra con entusiasmo cuando lo encuentre.
Beneficios: Este juego potencia la discriminación auditiva, la orientación espacial y la comprensión verbal. Además, refuerza la noción de permanencia del objeto: el niño descubre que algo puede seguir existiendo, aunque no lo vea; una idea clave en su desarrollo cognitivo.
5. Saco mis manitas: cuando el cuerpo habla
El lenguaje en los bebés se construye mucho antes de que aparezcan las palabras. Los gestos, las miradas y las canciones son herramientas poderosas para ayudar al bebé a comprender el mundo.
Cómo jugar: Canta con él una pequeña rima acompañada de movimientos. Puedes probar con esta versión: “Saco mis manitas, las hago bailar, las cierro, las abro y las vuelvo a guardar.” Acompaña los versos con gestos amplios y alegres, invitando al bebé a imitarte y a anticipar cada movimiento.
Beneficios: Las canciones y rimas estimulan el lenguaje oral y gestual, favorecen la memoria auditiva y ayudan al niño a reconocer las partes de su cuerpo. Además, el acompañamiento emocional de la voz adulta transmite calma y seguridad emocional, dos ingredientes esenciales para el aprendizaje.
Aprender desde la emoción y el movimiento
Cada juego es una oportunidad para aprender jugando, pero también una manera de comunicarse. Cuando el adulto se implica en la actividad (mirando, sonriendo, animando), el bebé siente que su acción tiene valor. Esa sensación de competencia y confianza es la base de todos los aprendizajes futuros.
En casa o en la escuela infantil, no importa tanto el material como la actitud. Los bebés no necesitan juguetes sofisticados, sino tiempo, presencia y libertad para explorar. Cada pelota que rueda, cada torre que se derrumba o cada rima que se repite es una experiencia que deja huella.
Porque el juego en la infancia no solo entretiene: construye el pensamiento, fortalece el cuerpo y enciende la emoción de aprender.
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