Una enfermedad muy frecuente durante la infancia
La dermatitis atópica es la enfermedad crónica de la piel más frecuente en la infancia. La incidencia de esta dolencia ha aumentado entre dos y tres veces en los países industrializados, llegando a afectar hasta el 20% de la población infantil. Durante el invierno es frecuente que aumenten los casos y que los síntomas empeoren, por lo que conviene extremar los cuidados de la piel. El ambiente seco, el calor, el roce de las prendas sintéticas… son algunos de los condicionantes para que los brotes aumenten.
Fortalecer el sistema inmunológico
Aunque evitar los virus y las enfermedades en la infancia es prácticamente imposible, sobre todo si nuestros niños se juntan con otros de la misma edad, sí está en nuestra mano intentar fortalecer su sistema inmunológico para que en caso de infección el niño esté lo más preparado posible y así, si enferma, se recupere lo antes posible. Te contamos como tener un sistema inmunológico fuerte y que podemos hacer para aumentar las defensas.
Niños y bebés: protégeles frente al calor
Las altas temperaturas ya están instaladas en nuestro país y por ellos hay que extremar las precauciones con un grupo de edad vulnerable al calor: los bebés y niños menores de cinco años. Te contamos cómo actuar ante un golpe de calor, cuales son los síntomas y las situaciones que pueden provocarlo y las medidas de prevención que puedes tomar para pasar un verano caluroso sin riesgos. ¡Toma nota!
Por qué es más delicada la piel en los recién nacidos
La piel se encarga de protegernos frente a bacterias, infecciones, protege nuestros órganos internos, mantiene la temperatura (defendiéndose del frío y del calor) y es el principal órgano sensitivo gracias a las terminaciones nerviosas que posee.
¿Por qué se producen los cólicos del lactante?
Aunque su causa exacta no se conoce existen distintas teorías:
Causas digestivas. Parece ser que la inmadurez del intestino suele ser la causa principal de este molesto problema.
Causas alérgicas. Existe un pequeño porcentaje de casos en los que una alergia alimentaria provoca cólicos. En concreto, hay bebés que padecen intolerancia a las proteínas de la leche de vaca y que sufren cólicos intensos. Se ha demostrado que cuando se alimentan con leches especiales mejoran mucho. Hay que tener en cuenta que muchas veces se relacionan los cólicos con los gases, pero estos últimos suelen ser una consecuencia del llanto y no la causa inicial del cólico.
Lavarnos las manos: la mejor forma de evitar la propagación
Ante la situación de alarma que vivimos actualmente y esperando que todo vuelva a la normalidad lo antes posible, os contamos qué podemos hacer cuando las Escuelas Infantiles y Colegios comiencen de nuevo a retomar su día a día.
Los gases, un problema muy común en los primeros meses
Durante los primeros meses de vida del bebé, los gases pueden convertirse en una molestia habitual ya que, los niños, al no controlar bien la técnica de la succión, a menudo tragan mucho aire. Este aire se acumula en su interior y les provocan incomodidad, irritación y es frecuente que se desate el llanto. Esta situación puede dar lugar a que confundamos los gases con los temidos cólicos del bebé, pero son dos cosas distintas. Los cólicos se producen por contracciones dolorosas del abdomen que se producen durante los primeros tres meses y que suelen darse al atardecer y se prolongan unas dos horas. Durante ese tiempo el niño llora desconsoladamente. Para ayudarle, puedes colocarlo boca abajo sobre tu brazo, sujetando su cabeza con tu mano y mecerle para calmarle. Los gases no tienen hora, son molestias frecuentes y su atención requiere otros cuidados.
Bebés: un sistema inmune en desarrollo
Con el frío y la humedad los bebés y niños se resienten y aparecen los problemas de salud más comunes de estas fechas: afecciones de las vías respiratorias altas y otras causadas por rotavirus. Los bebés nacen con un número limitado de anticuerpos que le llegan a través de la madre y que se acaban alrededor de los 6 meses. A partir de ese momento, su organismo tiene que coger fuerza y crear un sistema inmune fuerte (tardará más de 60 meses en lograrlo). Por eso, durante los primeros años los niños se ponen más enfermos y con el paso del tiempo se harán más fuertes y crecerán más sanos. Se trata de un aprendizaje biológico que consiste en enfrentarse poco a poco a las infecciones habituales del ser humano. Sin embargo, cuanto más fuerte se encuentre el niño menos posibilidades tendrá de sufrir complicaciones asociadas (por ejemplo que un catarro se convierta en bronquiolitis).
Proteger los ojos de los rayos ultravioleta
El efecto de los rayos ultravioleta también se puede dejar sentir en la vista si no se toman las precauciones necesarias. Cuando se habla de protección solar, normalmente todos nos centramos en la piel ya que es un órgano muy extenso que recubre todo el cuerpo y que está expuesto a los rayos ultravioleta durante mucho tiempo en verano. Sin embargo, también existe una zona pequeña, pero muy sensible, a la que solemos prestar menos atención: los ojos.
Usar gafas desde los primeros meses
Los rayos de sol pueden ser muy dañinos para los ojos de los bebés. Por esta razón, los especialistas recomiendan el uso de gafas de sol incluso desde los 6 meses de edad. Es una forma muy adecuada de proteger la delicada piel que rodea los ojos y prevenir, a largo plazo, problemas como el desarrollo de cataratas, degeneración macular o pérdida de visión asociada a la edad. Los expertos señalan que del daño producido por la radiación solar que una persona sufre a lo largo de su vida, entre un 50 y un 80% sucede durante la infancia y la adolescencia.
Golpes en la cabeza: la mayoría sin importancia
Cuando los niños empiezan a andar y durante los siguientes años puede ocurrir que se den a menudo golpes en la cabeza, la mayoría sin importancia. Sus ganas de explorar todo a lo que tienen a su alcance, la poca destreza que tienen al andar y el hecho de que la cabeza es lo que más les pesa, hace que los niños se den a menudo coscorrones, la mayoría leves.
A pesar de lo aparatoso de los golpes en la cabeza, la mayoría de ellos son de carácter leve por dos razones fundamentales: primero, la altura desde la que caen no suele ser muy alta y además, como aún no tienen las fontanelas abiertas, los huesos del cráneo poseen cierta movilidad, lo que disminuye la posibilidad de sufrir una fractura.
Ante de empezar andar: descalzos
A la hora de decidir por calzar al bebé existen una multitud de modelos en el mercado, incluso para niños que aún no caminan. Sin embargo, los expertos aconsejan que durante el primer año de vida los niños permanezcan descalzos, tan solo con calcetines o patucos para evitar el frío. Para ello “los pies del recién nacido tienen una almohadilla grasa en la planta que les confiere un aspecto gordito y aplanado”, explica la ‘Guía práctica para padres desde el nacimiento hasta los 3 años’, editada por la Asociación Española de Pediatría (AEP).
El sol muy beneficioso, pero con moderación
Los rayos del sol son muy beneficiosos para nuestro organismo, ya que ayudan a sintetizar la vitamina D, fundamental para absorber el calcio, tan necesario en la formación de los huesos. Sin embargo, la exposición a los rayos de sol debe ser moderada, sobre todo en los niños, que tienen una piel delicada y sensible, ya que el abuso podría afectarles negativamente en el futuro.
¿Por qué los niños se acatarran tanto?
La población infantil es una de las más afectadas por los resfriados en invierno. Se estima que un adulto sano padece 1 o 2 catarros anuales, mientras que los niños pueden tener entre 5 o 6. ¿La razón? Están en contacto con otros niños y adultos acatarrados que les transmiten los virus. Además, al tener las defensas aún en desarrollo, se contagian con más facilidad. Esta situación se da sobre todo durante los dos primeros años de vida y coincide con los primeros años de escolarización, luego los episodios de catarro van disminuyendo.
Conviene saber que los niños no se contagian en espacios abiertos, contrariamente a la cultura popular que señala a menudo “se ha resfriado porque ha cogido frío”, sino en espacios cerrados, pues el contacto es más estrecho y al haber menos ventilación, las toses y estornudos de los demás llenan el ambiente de virus que llegan a los niños sanos.
Tener una buena higiene
Es un mito muy extendido. Se cree que porque los dientes de leche se terminan cayendo no es tan importante cuidarlos como cuando son definitivos. Sin embargo, esto no es cierto. La Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP) señala que todas las infecciones que afecten a los dientes temporales y que progresen por la raíz crearán una bolsa de pus que afectarán luego a los dientes permanentes. De hecho, puede pasar que en el diente definitivo se ocasionen manchas, lesiones o malformaciones cuyo origen sea una infección en un diente de leche que no se trató en su día.
Es uno de los problemas de salud más habituales en verano. Los niños acostumbran a pasar largo tiempo en el agua y acaban con dolor de oídos y en muchos casos con infección. Pero, ¿Es posible evitarlo? Para ello, la clave es la prevención. Estos son los cuidados que hay que tener para mantener los oídos sanos durante la época estival.
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