Tener una buena higiene
Es un mito muy extendido. Se cree que porque los dientes de leche se terminan cayendo no es tan importante cuidarlos como cuando son definitivos. Sin embargo, esto no es cierto. La Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP) señala que todas las infecciones que afecten a los dientes temporales y que progresen por la raíz crearán una bolsa de pus que afectarán luego a los dientes permanentes. De hecho, puede pasar que en el diente definitivo se ocasionen manchas, lesiones o malformaciones cuyo origen sea una infección en un diente de leche que no se trató en su día.
Es uno de los problemas de salud más habituales en verano. Los niños acostumbran a pasar largo tiempo en el agua y acaban con dolor de oídos y en muchos casos con infección. Pero, ¿Es posible evitarlo? Para ello, la clave es la prevención. Estos son los cuidados que hay que tener para mantener los oídos sanos durante la época estival.
¿En los últimos días has notado a tu hijo más cansado o irritable de lo normal? Observa sus síntomas, ya que podría tratarse de lo que se denomina Astenia Primaveral Infantil. Un estado transitorio que se produce en esta época del año debido al aumento de horas de luz y que afecta a nuestros ritmos circadianos afectándolos hasta que el cuerpo logra acostumbrarse a los cambios de luz y temperatura.
El estreñimiento es un problema muy habitual durante los primeros años de vida del bebé y es una preocupación frecuente en la consulta a los pediatras. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP) el estreñimiento afecta a un 30% de la población infantil y representa entre el 3% y el 5% de las visitas al pediatra. Para saber si realmente un niño está estreñido es fundamental saber qué cantidad de deposiciones hace al día y si este número se encuentra dentro de lo normal. Aunque no hay una definición unánime sobre cuándo se considera que un niño está estreñido, se considera de forma general que se puede considerar estreñimiento cuando el número de deposiciones es inferior al normal, sin importar la consistencia ni el volumen de heces.
Es posible evitar el contagio
La mayoría de los virus más comunes del invierno “viajan” a través del aire que respiramos, por lo que es relativamente fácil que un niño o adulto que tenga contacto con alguien que está enfermo llegue a contraer el virus. Además, la mayoría de las personas que adquieren un virus son a su vez fuentes de contagio, incluso antes de tener síntomas. Dicho esto, sí que existen algunas medidas que pueden ayudar a evitar los gérmenes y a mantener a los niños lo más saludables posible.
Un virus propio del frío
Desde mediados de octubre y hasta mediados de marzo, el brote de la bronquiolitis (virus respiratorio sincitial o VRS) comienza a llenar las consultas de pediatría. Aunque este no es el único que provoca la bronquiolitis, está detrás del 90% de las infecciones. Hasta el momento no existe vacuna ni medicamento que lo cure, además el fácil contagio hace que afecte al 70% de los niños en su primer año de vida y supone el ingreso de muchos pequeños, la mayoría bebés menores de 6 meses.
El verano es una época muy especial para los niños. Los ritmos se relajan, pasan más tiempo al aire libre y disfrutan de un merecido descanso. Sin embargo, durante estos meses no se debe descuidar la salud. Algunas patologías se multiplican en las consultas del pediatra. Las bebidas frías, los helados y los cambios de temperatura son las principales causas de que aparezcan las infecciones respiratorias en verano. Para evitarlas es fundamental mantener una correcta hidratación, tomar alimentos ricos en vitaminas y no abusar del aire acondicionado.
La llegada de las altas temperaturas provoca que mayores y pequeños pasemos más tiempo al aire libre, una situación que aporta grandes beneficios para la salud. Además del papel que juega la vitamina D, que proviene de los rayos solares, está demostrado que el sol tiene un papel muy positivo en el fortalecimiento del sistema inmunológico. Sin embargo, el sol también puede ser perjudicial cuando se toma en exceso, sobre todo para los más pequeños de la casa.
Náuseas, vómitos y diarrea son los síntomas más comunes de la gastroenteritis, una infección de estómago e intestinos que produce dolor de tripa, inapetencia, fiebre más o menos alta y malestar general. Normalmente la gastroenteritis comienza de forma brusca y suele durar entre tres y seis días. Aunque no es una enfermedad grave hay que estar atentos no produzca deshidratación en el bebé, en especial si los niños son muy pequeños o no ingieren suficientes líquidos que contrarresten las pérdidas que se produzcan por vómitos o diarreas.
La fiebre es un síntoma de muchas enfermedades y dolencias infantiles y es uno de los motivos de consulta más frecuentes en pediatría. Pero la fiebre no es más que una respuesta del cuerpo ante una infección vírica o bacteriana, una defensa que tiene el cuerpo frente a un ataque. En los primeros cinco años las infecciones provocadas por virus son muy comunes, la duración de los síntomas así como su virulencia varía de unos niños a otros. Algunos reaccionan ante el virus con más intensidad que otros.
La fiebre se hace visible mediante enrojecimiento de las mejillas, respiración más acelerada o sensación de frio y escalofríos. Lo mejor para estar seguros es echar mano del termómetro, ya que la temperatura corporal cambia durante el día y según las estaciones del año. Por la tarde, o en las épocas de calor, la temperatura corporal es sensiblemente más alta. Además, el termómetro digital es el preferible frente a los convencionales de mercurio, que tienen el peligro de romperse y dejar escapar el mercurio que contienen.
El estreñimiento se produce cuando las heces se vuelven duras y secas y son difíciles y dolorosas de evacuar. Es un problema muy común en los niños. Se estima que afecta hasta el 8% de los niños en edad escolar y es pregunta frecuente en las consultas de pediatría. En general, se considera que la frecuencia normal de ir al baño varía entre 2-3 veces al día a 3 deposiciones semanales.
El estreñimiento es muy frecuente alrededor de los dos años y coincide en muchas ocasiones con la retirada del pañal. Puede tratarse de un problema leve, que se solucione al cabo de poco tiempo, pero los expertos señalan que cuando se observa que los niños hacen pocas deposiciones o dolorosas hay que acudir al médico de Atención Primaria. Lo primero, descartar que el estreñimiento no esté producido por un problema orgánico (aunque estos casos son muy poco frecuentes, entre el 1%-2% de los casos). Los médicos analizarán la dieta, para saber si el aporte de fibra es el adecuado y si sus hábitos defecatorios son saludables. En la mayoría de los casos, con unos pequeños cambios, el estreñimiento leve mejora. Sin embargo, si el estreñimiento es más severo a veces los médicos deben recetar un tratamiento que ablande las heces y estimule la motilidad intestinal. En cualquier caso, es conveniente atajar este problema desde el principio, para no hacer agravar la situación y que no llegue a cronificarse.
Mantener a los niños alejados de los virus que causan las enfermedades respiratorias comunes en invierno es una tarea muy complicada. La mayoría de los virus circulan por el aire que respiramos y muchas personas se convierten en fuentes de contagio incluso antes de tener síntomas. Mantener lejos a los niños de personas que tosan o estornuden ni siquiera garantiza que los niños no se pongan malos.
Con la llegada de las altas temperaturas hay que tener especial cuidado con los niños y bebés ya que estos son uno de los grupos que más sufren el golpe de calor. El golpe de calor se produce cuando el cuerpo no es capaz de regular su propia temperatura y entra en un colapso que puede incluso llegar a ser mortal. Seguir unos sencillos consejos es clave para conseguir que el niño se encuentre en todo momento hidratado. Hay que tener en cuenta que los niños deben beber agua con regularidad, aunque no sientan sed, ya que la hidratación es el primer paso y el más importante para evitar sufrir un golpe de calor.
Los bebés y los niños menores de seis años es uno de los colectivos que más sufre deshidratación, este hecho se produce porque su sistema de autorregulación térmica aún no está completamente desarrollado y porque los bebés no saben pedir agua.
La alergia es una reacción del sistema inmunitario a una sustancia que se encuentra en el ambiente y que se conoce como alérgeno. Al entrar en contacto con la sustancia que provoca alergia, el niño comienza a experimentar síntomas: tos seca, estornudos, picores, mucosidad… Los alérgenos irritan su organismo y según el grado de alergia y la exposición a las sustancias que lo provocan los síntomas pueden ser leves o graves, continuos o por temporadas. En algunos casos se puede producir un shock anafiláctico, una emergencia médica que requiere la intervención inmediata ya que incluye dificultad para tragar y respirar y que puede provocar serios daños e incluso la muerte.
Según los estudios epidemiológicos llevados a cabo en España, el polen es el causante de la mayor parte de alergias respiratorias y la mitad de las rinitis alérgicas. Las gramíneas son las más alérgenas, siempre que nos encontremos en una zona de gran presencia. Además, los alimentos, los medicamentos, los insectos, los ácaros del polvo, el moho y la caspa de los animales pueden provocar alergia. Los síntomas pueden ser respiratorios, producirse en la piel (ej. Eczema) o en el estómago.
Desde que nacen, los bebes necesitan ayuda para expulsar los gases correctamente. Los bebés tragan aire al alimentarse, sobre todo, si lo hacen con biberón. Aunque es una tarea simple, algunos bebés tienen muchas molestias, por lo que no está demás conocer las posiciones más adecuadas y algunos ejercicios para favorecer la digestión de los más pequeños.
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