Cómo proteger a tu bebé del sol: consejos para una piel sana desde el nacimiento
¿Tomar el sol? sí, pero con precaución
Desde los primeros días de vida, el sol tiene efectos positivos sobre el organismo: favorece el estado de ánimo, estimula la síntesis de vitamina D en los bebés y acompaña el ritmo biológico. Sin embargo, también puede convertirse en un enemigo silencioso. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), entre el 50 % y el 80 % del daño solar acumulado se produce durante la infancia y la adolescencia, etapas clave en la prevención del cáncer de piel.
La piel del bebé es especialmente vulnerable. Puede sufrir quemaduras solares, irritaciones o deshidratación con mayor facilidad, y las lesiones pueden dejar huella en su salud futura. La AEP subraya que “los valores adecuados de fotoprotección podrían prevenir hasta un 80 % de todos los cánceres de piel”. Además, en los más pequeños, la relación entre superficie cutánea y peso corporal es mayor, lo que incrementa el riesgo ante la exposición a sustancias potencialmente tóxicas.
Evita las horas de mayor incidencia de los rayos solares
Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como otras entidades sanitarias internacionales coinciden: la exposición al sol en bebés debe evitarse entre las 11 y las 16 horas, cuando la radiación ultravioleta alcanza su punto máximo. Algunos expertos incluso amplían ese margen desde las 10 de la mañana.
Si en ese horario no queda más remedio que salir, es fundamental extremar las precauciones: buscar sombra, ofrecer líquidos con frecuencia, proteger la cabeza con un gorro de ala ancha y cubrir la piel con ropa adecuada para el sol.
¿Y según la edad, qué medidas hay que tomar?
Cada etapa del desarrollo requiere un nivel distinto de protección. La AEP y la American Academy of Pediatrics coinciden en los siguientes consejos:
- Menores de 6 meses: No deben recibir exposición solar directa ni usar crema solar infantil, ya que se recomienda reducir al máximo el uso de sustancias químicas sobre la piel. Su protección debe basarse exclusivamente en la sombra, la ropa y el gorro. Los dermatólogos son tajantes: “nunca hay que exponer a bebés de menos de seis meses al sol, ni siquiera aplicándoles filtros solares de la más alta protección”.
- Hasta el primer año: En caso necesario, se puede aplicar una pequeña cantidad de fotoprotector para bebés en las zonas descubiertas, como cara y manos, y solo de forma ocasional.
- Entre 1 y 3 años: Aumentan los movimientos y la curiosidad por explorar, por lo que conviene reforzar la protección con cremas solares para niños, prendas que cubran bien la piel, gafas con filtro UV y una hidratación constante. Evitar el sol en las horas centrales sigue siendo imprescindible.
Protección física: el primer escudo
La ropa es una aliada clave en la protección solar infantil. La AEP recomienda prendas de manga larga, tejidos tupidos y ligeros, pantalones frescos y gorros amplios que cubran la cara, el cuello y las orejas. Las gafas de sol deben contar con filtros UV homologados, ya que los ojos de los niños son muy sensibles a la radiación.
No basta con estar a la sombra: la arena, el agua, la nieve o incluso el cemento pueden reflejar entre un 15 y un 30 % de la radiación solar, por lo que también bajo la sombrilla es necesario proteger la piel. Si se usan paños o muselinas sobre el carrito, es fundamental que permitan una correcta ventilación para evitar el sobrecalentamiento.
El sol también es salud: vitamina D con moderación
En pequeñas dosis y con las precauciones adecuadas, el sol puede ser beneficioso para la salud. Ayuda a sintetizar la vitamina D, necesaria para el desarrollo óseo y el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Pero basta con unos pocos minutos de exposición solar al día, y siempre en horarios seguros, para obtener este beneficio.
En muchas regiones, sobre todo en otoño e invierno, el sol no aporta una cantidad suficiente de vitamina D, y los pediatras recomiendan suplementarla durante el primer año de vida.
- En el caso de lactancia materna exclusiva, se aconseja administrar vitamina D en gotas desde los primeros días.
- En cambio, los lactantes que toman fórmula no suelen necesitar suplementos, ya que las leches artificiales están enriquecidas con esta vitamina.
¿Y los protectores solares? Cuándo sí, cuándo no
Los expertos desaconsejan el uso de protectores solares en bebés menores de seis meses, ya que su piel es muy permeable y puede absorber ciertas sustancias. A partir de esa edad, en casos puntuales, se pueden aplicar fotoprotectores físicos o minerales, que actúan como una barrera sobre la piel sin absorberse, y son los más seguros para los niños pequeños.
Es recomendable elegir cremas solares pediátricas con un factor de protección alto (SPF 50+) y que protejan frente a los rayos UVA y UVB y optar por texturas en crema o leche, que hidratan mejor la piel sensible del bebé. Hay que aplicarlas media hora antes de salir y renovarlas cada dos horas o tras el baño, incluso si son resistentes al agua.
No todos los protectores son iguales
A la hora de elegir una crema solar para bebés, conviene tener en cuenta:
- Filtros minerales o físicos (óxido de zinc o dióxido de titanio): Forman una barrera sobre la piel sin absorberse. Son seguros desde los seis meses y recomendados para pieles atópicas o con dermatitis.
- Formulaciones pediátricas: Muchas cremas “baby” están diseñadas para minimizar las irritaciones. Elige productos sin perfume, sin parabenos y testados dermatológicamente.
- Resistencia al agua: Fundamental para bebés activos o en entornos húmedos.
- Fácil aplicación: Mejor en formato crema que en spray para controlar mejor la cantidad aplicada.
No olvides aplicar la crema en zonas sensibles como orejas, empeines, cuello o cuero cabelludo si hay poca densidad de pelo.
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