Educar a niños: errores frecuentes que podemos evitar
Normas sencillas para educar a los hijos
En muchas ocasiones educar no es una tarea fácil. Los padres tienen ante sí una dura tarea no exenta de dificultades y dudas sobre cómo actuar. Se dice a menudo que a los padres les gustaría que los hijos viniesen con un manual debajo del brazo, esto es porque en el día a día surgen muchas situaciones que no saben resolver. Sin embargo, podemos enumerar una serie de equivocaciones frecuentes que podemos evitar al educar: no tener unas normas claras, que existan discrepancias entre los padres a la hora de poner reglas, la sobreprotección o un consentimiento excesivo… todos ellos son errores comunes a los que podemos poner fin.
Detectar los errores y corregirlos a tiempo
A pesar de que en la educación cada padre o madre lleva consigo su propia experiencia de la infancia. El miedo a equivocarnos es común casi en la totalidad de las familias. Todos cometemos errores, lo importante es tratar de detectarlos lo antes posible y modificarlos según veamos que no están consiguiendo el resultado deseado.
Te contamos equivocaciones frecuentes en la educación de los niños y algunos consejos sobre cómo resolverlos:
- Cuando las normas no están claras. Las normas son claves para una buena convivencia familiar y deben cubrir cosas como que se permite hacer o no hacer, la higiene, los deberes o las labores del hogar. Los niños necesitan normas claras y sencillas para que tengan claro qué pueden o no hacer y explicarles los motivos. Todos los miembros de la familia deben comprender que las normas son necesarias para mantener la armonía familiar. Usar un lenguaje sencillo, ser claro y no variar las normas a menudo es necesario para que la convivencia sea fructífera en el hogar.
- Distintas opiniones entre padre y madre. Sucede a menudo, suele haber un padre más permisivo que otro y esto juega en contra de la educación de los pequeños. Los niños tienen que ver a sus padres como una piña. Cuando uno dice una cosa y otro la contraria los adultos se desautorizan entre sí y da la sensación de que las normas pueden variar. Además, con el tiempo los niños aprenden a usar estas diferencias a su favor, acudiendo al padre o madre que saben va a ceder.
- Cuando se compara a los hijos con otros niños o con sus propios hermanos. “Mira, tu hermano ha recogido todo y tú no”, existen muchas situaciones que sin darnos cuenta usamos para comparar unos niños con otros. Hay que tener que cada niño es diferente y tienen virtudes y defectos distintos. Comparar solo sirve para fomentar los celos y dañar la autoestima del menor que sale peor parado. Basta con no hacer referencia a nadie y ponerle pequeños objetivos que el niño pueda cumplir. Por ejemplo, si es muy desordenado podemos hacer una tabla y si consigue ordenar sus juguetes premiarle con algo que le guste: un paseo por el parque, ver una peli…
- Sobreprotegerlos y consentirlos. Son actitudes con consecuencias muy negativas para los niños. Cuando sobreprotegemos a los niños impedimos que aprendan a vivir y a lidiar con sus problemas. Esto conlleva que con el tiempo el niño se vuelva demandante, egoísta, caprichoso y se enfade cuando no consiga algo. Al final, le hace más mal que bien. Las consecuencias negativas pueden perdurar en el carácter muchos años. Así que, deja que se equivoque, no pasa nada y no cedas ante todas sus peticiones. Dar en exceso no le hace ningún bien.
- Da ejemplo. De nada sirve que le enseñes unas normas claras si luego tú las incumples. Los niños se fijan en el comportamiento de los padres para modelar el suyo. No pretendas que respete los semáforos si luego tú cruzas en rojo. Crea confusión y te desacredita como padre. ¡Tenlo en cuenta!