Niños en verano: qué hacer para que no se pongan malos
Con el calor, los niños empiezan a pasar largos ratos jugando al aire libre
Poco a poco, comienzan a registrarse las altas temperaturas en España y empieza el ritmo veraniego: los horarios se relajan, los niños pasan horas y horas bajo el agua o disfrutan como nunca de jugar al aire libre. Para disfrutar de estos meses con toda la intensidad que merecen nada mejor que estar a atentos a algunas recomendaciones de salud y evitar, así y siempre que esté en nuestra mano, algunas dolencias propias de esta época y que son motivo de consulta en el pediatra.
Cuando empiezan las altas temperaturas, la hidratación se convierte en uno los aspectos más importantes para mantener la salud de los más pequeños. Los niños, al igual con los ancianos, son el grupo más vulnerable a los golpes de calor y a la deshidratación. Por lo que es clave no descuidar este aspecto. Los niños deben beber agua durante todo el día, incluso aunque no tengan sed. Por ello, ofrecerles líquido abundante o alimentos ricos en agua son una buena forma de evitar que se deshidraten. Además, también se debe tener precaución con los rayos ultravioleta, sobre todo en las horas centrales del día (entre las 12h y las 16h) y protegerles del sol con una fotoprotección solar alta, aplicando la crema cada dos horas o usando camiseta (si el niño es especialmente blanco o menor de seis meses) para evitar quemaduras en las horas donde más incide el sol. Y, como no, no descuidar la alimentación. Ofreciendo alimentos variados, saludables y ricos en agua. Lo ideal es seguir en lo posible la dieta mediterránea y priorizar frutas y verduras que posean mayor cantidad de agua: sandía, melón, pepino, tomate…
Enfermedades propias del verano
Todo ello porque las enfermedades estivales más frecuentes se relacionan con el aumento de las actividades al aire libre, la subida de las temperaturas o la relajación en los hábitos de alimentación que todos tenemos en esta época. Te contamos cuáles son las más comunes y qué podemos hacer para prevenirlas.
- Conjuntivitis. Son muy molestas y frecuentes en verano por la exposición al agua de mar y piscinas, además de las que son causadas por gérmenes. La conjuntivitis se contagia mucho por lo que conviene extremar la limpieza, no compartir toallas y usar gafas de sol homologadas. Para aliviar las molestias se puede aplicar suero fisiológico, pero si persiste, hay que consultar al pediatra para que valore la posibilidad de recetar un antibiótico local.
- Picaduras. En verano pasamos más tiempo al aire libre por lo que aumentan las posibilidades de picaduras de insectos. Mosquitos, arañas, avispas… normalmente solo producen picor o hinchazón. No obstante, se pueden sufrir reacciones alérgicas por lo que si la cosa se complica: se inflama la cara o los ojos, hay urticaria, el niño se mare o tiene dificultad respiratoria hay que consultar sin dudarlo al pediatra. Para evitar las picaduras conviene no usar ropas llamativas ni perfumes, utilizar manga larga si hay proliferación de insectos y evitar andar descalzo por el césped.
- Otitis. Es frecuente en niños que pasan mucho rato en el agua o los que tienen una sudoración excesiva, lo que aumenta la humedad y los gérmenes. Las otitis deben ser siempre revisadas y tratadas por el pediatra. Una vez que el niño tiene síntomas, evitar el agua y administrar un antinflamatorio para calmar el dolor y bajar la inflamación.
- Golpes de calor. Son propios del verano y se producen cuando las temperaturas son muy altas. Si van acompañados de deshidratación puede ser grave. Los síntomas son somnolencia, mareos, irritabilidad, piel seca. Para evitarlos hay que evitar la exposición solar prolongada en las horas centrales del día, beber líquido frecuentemente y tener una alimentación sana, equilibrada y ligera.
- Alergias alimentarias. Durante el verano los hábitos de alimentación se relajan y tomamos alimentos que son menos frecuentes en otras épocas del año. Si a esto unimos que en verano podemos sufrir más intoxicaciones por rotura de la cadena de frío o por la mala conservación de los productos… hace que tengamos que tener un especial cuidado con alimentos como huevos, salsas, carnes o pescados…
- Quemaduras solares. El sol es necesario, pero debemos tener cuidado porque puede provocar quemaduras en niños. El uso de fotoprotectores adecuados a su edad, así como el uso de ropa protectora se hace necesario para que el niño no se quema. Si aún así se ha quemado, baña al pequeño en agua tibia, aplica cremas o lociones hidratantes sin alcohol y ofrécele líquidos frecuentes para evitar la deshidratación. Si aún así, el niño sufre ampollas, dolor intenso o fiebre hay que acudir al pediatra para que le valore. En todo caso, si el niño es menor de dos años, hay que acudir la médico lo antes posible.