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5 trucos para que el bebé duerma toda la noche

Bebé dormido muy feliz

El sueño de los niños es uno de los temas que más preocupan a los padres, profesores y educadores. Aunque en los primeros momentos son las familias las que asumen el trabajo de crear buenos hábitos de sueño, con el paso del tiempo se puede convertir en un problema que afecte a todos los actores que componen la educación del niño. Los pequeños que no duermen horas suficientes están más irascibles y su rendimiento en la escuela infantil se ve afectado.

Hay que tener en cuenta que los patrones de sueño se adquieren en los primeros meses de vida de los más pequeños. Si se siguen unos pocos cuidados brindaremos al niño un sueño saludable y reparador, necesario para asumir todos los retos que viven en el día a día.

TRUCO 1: Mantener unos horarios fijos

Intentar dentro de lo posible mantener unos horarios fijos al acostarse y al levantarse es la mejor manera de asegurarse un buen patrón de sueño. El niño desde pequeño debe interiorizar el ritmo de sueño y vigilia. Acostarse y levantarse todos los días en un periodo de tiempo parecido ayuda a realizar este proceso y a que el descanso resulte más productivo.

TRUCO 2: Establecer rutinas

Crear una rutina que incite al descanso es fundamental sobre todo en los primeros meses del bebé. Los pequeños aprenden pronto a diferenciar entre el día y la noche y prepararlos para iniciar el momento de dormir es la forma más sencilla de lograr que duerman tranquilos y relajados. El baño, porque el agua templada relaja el cuerpo, la cena, la lectura de un cuento o ponerle música relajante son buenos trucos. Además, cuando estas pequeñas rutinas se repiten todos los días consiguen enseñar a los niños que es el momento de ir a la cama y descansar.

En cuanto a la siesta, hay que ir tranquilizando al bebé, pero sin copiar la rutina de la noche, para que el niño aprenda a diferenciar entre el descanso y el sueño del final del día.

TRUCO 3: La importancia del Ambiente

Una habitación tranquila, que incite al descanso, luz tenue y un ambiente preparado, con colores suaves ayudan a que el bebé se encuentre cómodo y relajado. Todo en la habitación del niño tiene que incitar al descanso.

No se debe saturar la habitación de muebles y juguetes. Es preferible que, al menos a la vista, haya pocos juegos. Cuando las habitaciones están llenas de demasiadas cosas provocan excitación y hacen la habitación menos acogedora.

TRUCO 4: Enseñar a dormir

A dormir bien se aprende. Existe un elevado porcentaje de población que no duerme bien, pero este tipo de  problemas que repercuten durante años en la salud y bienestar de las personas tienen solución. Los niños deben aprender a dormir y en este proceso es necesario que los padres sean lo más cuidadosos posible. Desde que nacen, existen niños que duermen placidamente y otros a los que les cuesta más trabajo, pero seguir los consejos de los expertos es la mejor manera de enseñar hábitos saludables a los niños. Aunque existen corrientes opuestas a la hora de enseñar a los niños y opiniones para todos los gustos. Lo mejor es seguir el método en el que el padre y la madre se sientan más cómodos y ser constantes.

Todas las personas nos despertamos varias veces durante la noche y volvemos a dormirnos, es un proceso que realizamos todas las noches y del que no solemos acordarnos al día siguiente. Cuando el niño aprende a dormirse solito, interioriza este proceso y lo vive con naturalidad durante el resto de su vida. Por esta razón es fundamental poner especial atención en este tipo de aprendizaje.

TRUCO 5: Cambio de estación

En algunas familias, se da la extraña paradoja de que durante el invierno los niños siguen unos horarios estables y constantes, gracias fundamentalmente a las rutinas escolares, que obligan a los pequeños a acostarse alrededor de las 20:30 horas, pero una vez que se acaban las rutinas también lo hace la rigidez de los horarios.  Si bien es verdad que nuestro clima y cultura nos predispone a relajar los horarios durante el verano, hay que intentar no desestabilizar los horarios demasiado. A menudo, se ven muchos niños despiertos más allá de las 23:00 horas.

Pueden surgir situaciones excepcionales, pero lo más acertado sería que los niños no cambiaran prácticamente el horario cuando cambia la estación. Sobre todo si los niños tienen menos de tres años. El límite sería una hora de diferencia. Es decir, alargar la hora de acostarse hasta las 21:30 horas si en invierno se acuestan a las 20:30 horas.

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