Ajedrez: un deporte lleno de ventajas
Una apuesta para fomentar el aprendizaje
Desde el año 2012, cuando el Parlamento Europeo solicitó que la práctica de ajedrez se incorporase como asignatura en los colegios de primaria, la práctica de ajedrez no ha dejado de crecer. La razón no es otra que la multitud de beneficios que ofrece el aprendizaje de este deporte.
Cuando comenzar a jugar
A partir de los tres años los niños pueden empezar a familiarizarse con este juego. Desde esa edad y aproximadamente hasta los siete años, los niños piensan de forma intuitiva, y basan su aprendizaje en hechos concretos, es decir, no pueden planificar las jugadas de forma abstracta. A pesar de ello, los expertos señalan que es el momento para empezar a conocer el ajedrez. Primero con juegos que aumenten el interés por el juego, para que conozcan el tablero y las piezas y vayan interiorizando en qué consiste este deporte. Más tarde, se le pueden explicar las reglas básicas: deben sentarse dos personas, una frente a la otra; la colocación de las piezas en el tablero… y, por último, explicarles el movimiento de las piezas. Los movimientos más simples deben enseñarse primero (el alfil o la torre) y dejar los más complejos para el final (la rey o la reina).
El profesor Sergio A. Vicente Martínez ha elaborado un documento titulado “Ajedrez para la enseñanza primaria”, que se puede encontrar en Internet, donde expone numerosos juegos para que los niños se familiaricen con las piezas y los movimientos. Son juegos divertidos, que incrementarán el interés de los niños y les motivará para jugar sus primeras partidas.
Un juego con muchos beneficios
En su libro “Desarrollar la inteligencia a través del ajedrez”, José María Olías, experto en la enseñanza de este deporte, clasifica los beneficios de esta actividad en tres tipos: intelectuales, sociales y emocionales.
Entre los beneficios intelectuales se encuentran:
- Ayuda a mantener la atención y es una herramienta magnífica para aquellos niños que no se concentran todo lo que debieran.
- Favorece el razonamiento lógico-matemático. El trabajo mental que se hace cuando se juega al ajedrez es muy parecido al que supone enfrentarse a un problema matemático.
- Fomenta el pensamiento abstracto, así como la creatividad. Las estrategias que se han de buscar en cada partida hacen necesario exprimir la imaginación al máximo, para ver las posiciones del tablero y lo que conllevan los distintos movimientos. En el ajedrez hay que adelantarse a las jugadas y esto supone tener cierta capacidad de abstracción.
- Memoria. Recordar movimientos y jugadas que nos han hecho ganar o perder es básico para desarrollar un buen juego. Por lo tanto, jugar al ajedrez ayuda a ejercitar la memoria.
Entre los beneficios sociales y emocionales están:
- Aprender a aceptar las normas y los resultados. En el ajedrez no queda nada al azar, todo lo que se hace tiene unas consecuencias. Así los jugadores no pueden echar la culpa a nadie de sus propios errores y debe aceptar el resultado según lo que haya hecho durante la partida.
- Responsabilidad. Al asumir los propios errores y aprender de ellos les hace comprender la responsabilidad que tienen en cada jugada.
- El ajedrez exige control emocional. Si el jugador se deja llevar por las emociones es muy probable que pierda. El niño debe aprender a reflexionar y a no dejarse llevar por los impulsos.
- Aumento de la autoestima. Aprender de los errores y mejorar poco a poco incrementa la confianza del niño en sí mismo. Además, el niño aprende que el esfuerzo mental da sus frutos, lo que puede extrapolar a otros ámbitos de la vida.
