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Bebés: fomentar la memoria para crecer sano y feliz

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Bebés: un cerebro en plena ebullición

En los primeros años de vida el cerebro del bebé comienza a trabajar día y noche construyendo una compleja red de conexiones que le permitirá recordar sonidos, rostros y sensaciones. La memoria de los bebés comienza a desarrollarse desde los primeros días de vida, marcando la base para futuros aprendizajes. Pero, ¿cómo funciona exactamente esta capacidad en los bebés y cómo podemos estimularla a través del juego y la interacción cotidiana?

La memoria evoluciona con el tiempo

La memoria es la capacidad de registrar, almacenar y recuperar información. En los bebés, esta habilidad se desarrolla en etapas. Hasta los 6 meses de edad la memoria de un bebé es principalmente implícita. Esto significa que está vinculada a reflejos, emociones y sensaciones. Por ejemplo, un recién nacido reconocerá la voz de su madre, que ha escuchado desde el útero, y reaccionará al contacto piel con piel como una fuente de consuelo. Aunque estos recuerdos no sean conscientes, forman parte de una memoria primitiva gestionada por estructuras cerebrales como la amígdala y el cerebelo.

Con el paso de los meses comienza a desarrollarse la memoria explícita. Los bebés son capaces de recordar caras familiares y objetos, asociando experiencias con personas específicas. Un juguete favorito o una melodía pueden convertirse en elementos familiares que despierten emociones y respuestas de alegría. Esta capacidad es posible gracias a la maduración del hipocampo, una parte del cerebro esencial para el almacenamiento de recuerdos conscientes. El desarrollo de la memoria no se produce de manera aislada, sino que requiere de un entorno estimulante, cargado de experiencias repetitivas y significativas. Cuantas más interacciones positivas tengan los bebés, más fuertes serán las conexiones neuronales que se formen en su cerebro.

 

Juego: qué mejor forma de estimulación

Para estimular la memoria en los bebés no hacen falta técnicas sofisticadas ni materiales costosos. Las actividades cotidianas son una fuente inagotable de aprendizaje y desarrollo. Hablarles desde el primer día es una de las herramientas más poderosas. Narrar lo que estamos haciendo mientras les cambiamos el pañal, les bañamos o preparamos su comida no solo fortalece el vínculo afectivo, sino que también ayuda a desarrollar su memoria auditiva y el lenguaje. Además, no hay que olvidar el poder de las canciones infantiles y los juegos rítmicos. Cantar canciones repetitivas como “Los pollitos dicen” o “Estrellita, ¿dónde estás?” permite que los bebés asocien sonidos con emociones placenteras, ayudando a consolidar esos recuerdos musicales. La repetición es un poderoso anclaje para la memoria.

Otra actividad infalible es el clásico juego de “cucú-tras”. Taparse la cara con las manos y reaparecer genera risas y alegría, pero también cumple una función cognitiva importante: enseña a los bebés el concepto de permanencia del objeto, es decir, que las cosas siguen existiendo incluso cuando no las ven. Esta comprensión es un hito clave en el desarrollo de la memoria a largo plazo.

A medida que los bebés crecen, sus juegos se vuelven más complejos y sus capacidades de memoria más sofisticadas. Los libros ilustrados son una excelente herramienta para estimular tanto la memoria visual como la verbal. Leerles cuentos una y otra vez no solo les entretiene, sino que les permite anticipar lo que sucederá en cada página, creando recuerdos sólidos y duraderos. También son muy recomendables los juegos de asociación. Agrupar objetos por colores o formas les ayuda a organizar la información en su mente. Más adelante, los juegos de memoria, como encontrar parejas de imágenes iguales, desarrollan la memoria a corto y largo plazo, además de mejorar su capacidad de atención.

 

Cómo influye el ambiente en el desarrollo de la memoria

Para desarrollar todo su potencial, los bebés necesitan sentirse seguros y amados. Crecer en un ambiente cargado de afecto y seguridad emocional facilita el desarrollo de la memoria, ya que los recuerdos asociados a emociones positivas son los más duraderos. El contacto físico, las caricias y el tono de voz suave son estímulos que quedan grabados en su memoria emocional.

Los expertos han constatado que los bebés que reciben atención constante y cariño tienden a desarrollar mejores habilidades cognitivas, incluidas la memoria y el lenguaje. Por lo que no escatimes en amor y atención. ¡El bebé lo necesita!

 

La memoria, una característica necesaria para el desarrollo

El desarrollo de la memoria no solo es un imprescindible para el aprendizaje académico, sino que es una herramienta clave para entender y disfrutar del mundo que les rodea. Recordar una canción familiar, un rostro sonriente o el abrazo de los padres les da seguridad y les permite establecer conexiones significativas con su entorno. Por lo tanto, forma parte de su desarrollo emocional y social.

Ten en cuenta que los primeros años de vida son cruciales para sentar las bases de una memoria saludable. Un entorno rico en estímulos, lleno de amor y momentos compartidos es el mejor regalo que podemos ofrecerles para ayudarles a crecer y a recordar sus primeras experiencias con alegría. Así, los recuerdos que hoy parecen simples anécdotas se convertirán en la base sólida de su desarrollo cognitivo y emocional.

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