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¡Bienvenidos a nuestro centro! Cómo presentarnos a las nuevas familias

bebe con su madre y mochila entrando aula escuela infantil

La escuela infantil es un hogar para que los niños crezcan y se desarrollen

En los meses previos al inicio del nuevo curso escolar, muchas escuelas infantiles y colegios con etapa de infantil se enfrentan al mismo desafío: cómo llenar las aulas con nuevos alumnos. Pero más allá de las matrículas, se trata de algo mucho más profundo. Se trata de transmitir a las familias, especialmente a aquellas que dan este paso por primera vez, que nuestra escuela es el lugar donde sus hijos no solo aprenderán, sino que crecerán seguros, cuidados y felices.

Captar nuevos alumnos no es una cuestión de marketing educativo agresivo ni de promesas vacías, sino de saber comunicar quiénes somos, qué ofrecemos y por qué nuestra propuesta educativa merece su confianza. Y en ese proceso, cada gesto cuenta: desde la primera llamada, hasta la forma en que abrimos la puerta durante una visita.

El primer paso: comprender a las familias primerizas

Para muchas familias, especialmente cuando son primerizas, elegir escuela es una decisión que genera dudas, miedos y muchas preguntas. No buscan solo un lugar que cubra horarios, sino un espacio que respete los ritmos de los niños, que les proporcione afecto, seguridad y estimulación. Según un estudio reciente publicado por la Universidad de Navarra, el 74% de las familias con hijos menores de 3 años prioriza el clima emocional del centro educativo por encima de su proximidad al domicilio.

Es fundamental, por tanto, que desde el primer contacto sepamos ponernos en su lugar. Escuchar, observar, anticipar sus preocupaciones. Y, sobre todo, transmitir que entendemos la importancia del paso que están dando.

La visita: mucho más que enseñar aulas

La jornada de puertas abiertas o la entrevista personal con las familias es, probablemente, el momento más decisivo del proceso. No se trata solo de mostrar las instalaciones —aunque unas aulas luminosas, un patio cuidado y una cocina propia bien presentada pueden sumar muchos puntos—. Se trata de generar una experiencia emocional.

Conviene preparar bien ese encuentro: no improvisar, cuidar los detalles, adaptar el recorrido según la edad del niño o el perfil de la familia. Los espacios deben estar en uso, con materiales accesibles y muestras del trabajo cotidiano de los niños. No hay mejor carta de presentación que un aula viva.

Además, si es posible, conviene facilitar que las familias interactúen con el personal docente. Que conozcan a las personas que estarán a cargo de sus hijos genera confianza. Mostrar cercanía, hablar con calidez, contar anécdotas del día a día: todo ayuda a construir ese vínculo tan necesario.

Qué contar… y cómo contarlo

El proyecto educativo es el corazón de la escuela. Pero a menudo lo presentamos con un lenguaje técnico o demasiado general. Las familias necesitan entender, con palabras sencillas y ejemplos concretos, cómo enseñamos, qué valores transmitimos y qué metodologías aplicamos.

¿Trabajamos por proyectos? Expliquemos cómo un tema como “los insectos” se convierte en una aventura de descubrimiento. ¿Fomentamos la autonomía? Mostremos cómo se organizan los rincones de juego o cómo los niños aprenden a ponerse el abrigo solos. ¿Cuidamos la educación emocional? Pongamos ejemplos de cómo ayudamos a los pequeños a identificar y expresar lo que sienten.

No se trata de recitar nuestro ideario, sino de traducirlo a escenas reales, comprensibles y visuales. Según datos del portal Educaweb, el 62% de los padres recuerda más fácilmente un ejemplo concreto que una declaración de intenciones abstracta.

El papel clave de los servicios complementarios

Otro factor que puede inclinar la balanza a favor de nuestro centro son los servicios que ofrecemos: comedor propio, ampliación de horarios, actividades extraescolares, atención psicopedagógica… Pero estos no deben presentarse como meros añadidos, sino como parte coherente del acompañamiento integral que brindamos a las familias.

Hoy en día, muchas escuelas infantiles destacan por su flexibilidad y adaptación a las realidades laborales de los padres. Ofrecer opciones personalizadas, informar sobre ayudas o becas disponibles, o contar con una aplicación de comunicación fluida, como Baby Control, con las familias son elementos que las familias valoran enormemente.

Una conversación para que nos conozcan y conocer

En toda visita surgirán preguntas. Algunas fáciles, otras más delicadas. ¿Qué hacéis si un niño no quiere comer? ¿Y si llora mucho al separarse? ¿Qué formación tiene el personal? ¿Cómo abordáis los conflictos entre niños?

Responder con honestidad, sin defensas, es fundamental. Mostrar que tenemos protocolos claros, que somos flexibles pero firmes, y que siempre priorizamos el bienestar infantil, refuerza la imagen de profesionalidad y calidez. Es preferible admitir que estamos en constante aprendizaje a pretender tener todas las respuestas.

Tan importante como lo que decimos es lo que preguntamos. Interesarnos por el niño, su carácter, sus rutinas, sus miedos. Escuchar a la familia, no interrumpir, validar sus emociones. La captación no es una venta. Es una conversación. Y de esa conversación nace la confianza.

Cuando una familia sale de una visita sintiendo que fue escuchada, comprendida y respetada, es muy probable que esa escuela se convierta en su primera opción.

Marketing educativo: visibilidad con propósito

Además del contacto directo, es fundamental cuidar nuestra presencia en medios digitales. Una web actualizada, con fotos reales, testimonios de familias y respuestas claras a preguntas frecuentes, puede marcar la diferencia.

Las redes sociales también juegan un papel esencial: permiten mostrar el día a día de la escuela, crear cercanía y mantener el vínculo con la comunidad. Eso sí, siempre con autenticidad y respeto por la intimidad de los niños. Según el informe 2024 de LiveKid, las escuelas infantiles que publican contenido semanal en redes sociales reciben un 30% más de solicitudes de información que las que no lo hacen.

Además, no hay que subestimar el poder del boca a boca. Las familias satisfechas son nuestros mejores embajadores. Promover que recomienden el centro, agradecer su confianza y mantener viva esa relación, incluso cuando los niños ya han pasado a Primaria, puede abrir muchas puertas.

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