Celos: qué supone la llegada de un nuevo hermano
Un sentimiento normal e inevitable
El nacimiento de un nuevo hijo es un motivo de felicidad para las familias, pero también un desafío para padres y hermanos. En España, siete de cada diez niños tiene un hermano, es decir solo el 3% de los niños sigue siendo hijo único, lo que hace que la mayoría de los niños se enfrenten en un momento u otro a compartir el amor de los padres con sus hermanos.
Ante la llegada de un nuevo hermano, lo normal es que tarde o temprano aparezcan los celos. Los celos infantiles son comunes y, sobre todo, inevitables por lo que antes de evitar el malestar que nos provoca hay que enfocarse en adoptar estrategias que nos permitan abordar la situación.
Un periodo de adaptación para todos los miembros de la familia
Este cambio que se produce en el hogar tras el nacimiento de un hijo va a suponer que el resto de la familia pase por un tiempo de adaptación que suele ser más duro cuando el niño es pequeño, es decir, menor de cuatro años, pudiendo sufrir como consecuencia de los celos, rabietas o regresiones a conductas ya superadas. En este momento, los padres y las madres solo pueden gestionar y mitigar los celos para que estos no perduren en el tiempo y se conviertan en un problema de la relación futura entre hermanos.
Los celos son un sentimiento que genera el miedo a perder el amor y la atención de los padres. Tener en cuenta esto ayuda a los padres a ser más comprensivos y pacientes con los demás hijos. En todo caso, hay que procurar siempre no negar el sentimiento, minimizarlo o etiquetar al niño por sentirse mal. La llegada de un hermano afecta a todos los miembros de la familia y genera estrés a los padres, ya que tener un segundo hijo cambia considerablemente las rutinas y los hábitos familiares. Y, en concreto, los hermanos sienten desconcierto ante esta nueva situación emocional.
Como padres, cuando detectemos que los niños empiezan a sentirse celosos debemos ayudarles a expresar sus emociones, intentando hablar de ello para que expliquen cómo se sienten. De esta manera, podemos recoger sus emociones y darles un espacio para que poco a poco vayan desapareciendo.
Los celos pueden expresarse de distintas maneras
Cómo el niño exprese los celos va a depender de su carácter, su mayor o menor sensibilidad, del momento del desarrollo en que encuentra, del tipo de educación… Estas son algunas formas en las que los celos se manifiestan:
- En niño se encuentra triste sin motivo aparente.
- Pierde el apetito o se muestra caprichoso con la comida, exigiendo cambios o poniendo trabas a ciertos alimentos.
- Se muestra desobediente y llora o tiene rabietas con facilidad.
- Vuelve a tener comportamientos ya superados: pide el chupete o el biberón, imita a un bebé al hablar, se hace pis en la cama o quiere dormir con los padres… todas ellas son regresiones, conductas que pueden surgir y que desencadenan los celos.
Conductas regresivas: lo que más preocupa a los padres
Las conductas regresivas son llamadas de atención que hacen los niños cuando están pasando por un proceso de celos y que a menudo desconciertan mucho a los padres. Los niños empiezan a dormir mal o dejan de controlar los esfínteres (normalmente el pis) y se producen cuando los niños perciben que están siendo abandonados principalmente por la madre, que ya no pasa tanto tiempo con él y se ocupa del recién nacido.
Ante este tipo de conductas, lo primero es dar tiempo a los niños, ya que deben adaptarse a la nueva situación en el hogar. Además, hay que recordar al niño cuánto se le quiere, dando continuas muestras de cariño y hablándole sobre lo que está pasando. Explicándole que aunque la situación en casa ha cambiado, el amor hacia él sigue intacto. Y, luego, según vayan creciendo, evitar las comparaciones con los hermanos. Cada niño debe tener su propio espacio para el desarrollo y se le debe valorar por su individualidad y no caer en las competiciones fraternales.
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