Cinco meriendas infantiles nutritivas y refrescantes para disfrutar en verano
Alimentar a los más pequeños en verano sin renunciar al sabor
El verano lo cambia todo. Las rutinas se relajan, los horarios se alteran y el calor se convierte en protagonista de los días largos y soleados. Para los niños pequeños, estos cambios pueden ser emocionantes, pero también agotadores. Y cuando el termómetro sube, el cuerpo pide a gritos frescura, ligereza e hidratación.
Con los cambios en los horarios y las temperaturas en ascenso, la alimentación infantil en verano se convierte en una pieza clave para el bienestar diario. ¿La buena noticia? Las meriendas saludables pueden ser nuestras mejores aliadas. Refrescantes, nutritivas, sencillas y apetecibles, ofrecen una oportunidad perfecta para reponer energías y asegurar una buena hidratación a mitad de tarde.
Porque sí, se puede combinar salud y sabor, frescura y nutrientes, sin caer en lo aburrido ni en lo ultraprocesado. Aquí te contamos cómo lograrlo con cinco ideas que funcionan tanto en casa como en la escuela infantil. ¡Toma nota!
Pequeños cuerpos, grandes necesidades
Durante el verano, los niños pierden más líquidos a través del sudor y tienen un mayor riesgo de deshidratación. Además, las altas temperaturas pueden disminuir el apetito, por lo que es clave ofrecer alimentos ricos en agua, fáciles de digerir y con buen valor nutricional.
Las frutas de temporada, los lácteos frescos, los cereales integrales y las preparaciones caseras y ligeras son grandes aliados. Olvidemos por un momento los productos ultraprocesados y pensemos en opciones que, además de alimentar, cuiden la salud intestinal, fortalezcan el sistema inmunológico y contribuyan al bienestar general.
Te proponemos cinco ideas de meriendas saludables para niños de 0 a 6 años, perfectas para la temporada estiva. Son sencillas, rápidas de preparar y divertidas.
- Brochetas de fruta fresca: color, sabor y diversión en cada bocado
A veces, la clave está en la presentación. Las brochetas de fruta transforman algo tan cotidiano como una pieza de fruta en una experiencia sensorial y lúdica. Basta con cortar sandía, melón, plátano, kiwi, mango o fresas en trozos pequeños y ensartarlos en un palito (mejor si es redondeado o de plástico, para evitar accidentes).
Estas frutas no solo aportan agua y fibra, sino también vitaminas como la C, fundamental para reforzar las defensas, y minerales como el potasio, que ayuda a mantener el equilibrio hídrico del organismo.
Para los más pequeños que aún no manejan bien los sólidos, una alternativa es ofrecer estas frutas en forma de puré o batido casero, sin azúcar añadida.
- Yogur natural con cereales y fruta: una combinación ganadora
El yogur natural sin azúcar añadido es una de las meriendas nutritivas para niños más completas que podemos ofrecer. Rico en calcio, proteínas y probióticos, favorece la salud ósea y digestiva. Combinado con cereales integrales (como copos de avena o arroz inflado sin azúcares) y pequeños trozos de fruta fresca, se convierte en una merienda equilibrada y saciante.
Para hacerlo más atractivo, podemos presentarlo en vasos transparentes formando capas: primero el yogur, luego los cereales y, por último, la fruta. Esta presentación encanta a los niños y les permite explorar diferentes texturas y sabores.
En niños más pequeños, la avena cocida con leche y fruta puede ser una opción más adecuada por su consistencia suave y fácil digestión.
- Helado casero de plátano y yogur: frescura sin azúcares añadidos
¿A quién no le gusta un helado en verano? Pero los comerciales suelen estar cargados de azúcares, grasas saturadas y aditivos poco recomendables para los más pequeños. La buena noticia es que hacer helado en casa puede ser tan sencillo como congelar plátanos maduros, triturarlos con un yogur natural y servirlos inmediatamente como una crema fría y deliciosa.
Este helado conserva todo el sabor natural de la fruta y no necesita azúcar ni edulcorantes. Se le puede añadir un toque de canela, una pizca de vainilla natural o incluso otras frutas como arándanos, mango o melocotón para variar el sabor.
Es una opción ideal para compartir con toda la familia y combatir el calor de forma saludable.
- Tostaditas integrales con aguacate y tomate: para los más curiosos del paladar
No todas las meriendas tienen que ser dulces. Muchos niños disfrutan también de sabores salados y el verano es un buen momento para introducir nuevas opciones. Una tostadita de pan integral, untada con aguacate maduro y coronada con tomate picado, es una alternativa nutritiva y refrescante.
El aguacate es fuente de grasas saludables, vitamina E y fibra, mientras que el tomate aporta licopeno y mucha agua. Esta combinación favorece el desarrollo neurológico, mejora el tránsito intestinal y ayuda a mantener la piel hidratada.
Para los más pequeños, se puede machacar todo junto y servir sobre pan blando o incluso como dip con palitos de pepino o zanahoria hervida.
- Batidos naturales con leche o bebida vegetal: hidratar y alimentar en un solo vaso
Los batidos naturales caseros son una bebida perfecta para mantener una adecuada hidratación infantil en los días más calurosos, cuando el apetito disminuye. Combinando leche (o bebida vegetal enriquecida en calcio) con fruta fresca, obtenemos una bebida que hidrata, alimenta y refresca.
Un clásico es el batido de fresa y plátano con leche, pero se pueden probar otras combinaciones: melocotón y pera, mango y coco, arándanos y manzana. Lo importante es no añadir azúcar ni miel (especialmente en menores de un año) y usar frutas bien maduras para garantizar el dulzor natural.
También se puede añadir una cucharadita de avena para aportar fibra y hacer la merienda más completa.
Hidratación, frescura y nutrientes: la fórmula del verano saludable
Ofrecer meriendas saludables durante el verano no tiene por qué ser complicado ni requerir mucho tiempo en la cocina. A menudo, las mejores opciones son las más sencillas, aquellas que respetan la naturaleza de los alimentos y se adaptan a las necesidades reales de los niños.
Más allá de los nutrientes específicos, estas meriendas enseñan a los pequeños a disfrutar de lo natural, a reconocer los sabores auténticos y a valorar la comida como fuente de bienestar.
En escuelas infantiles y hogares, dedicar unos minutos a preparar una merienda con cariño también es una forma de educar. Porque alimentar bien no es solo dar de comer: es cuidar, observar, respetar los ritmos y crear momentos de conexión. Y en verano, cuando todo parece ir más despacio, es el momento ideal para fomentar estos hábitos.
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