Cómo mejorar la dieta de niños y bebés
Cada vez más expertos señalan que hoy en día vivimos en un ambiente que favorece la obesidad. La pronta incorporación de la mujer al trabajo hace que muchas veces se abandone la lactancia materna antes de lo deseable, el entorno facilita que los niños sean cada vez más sedentarios, existe una publicidad constante hacia alimentos insanos y muy calóricos. Todo ello, hace que cada vez haya más niños pequeños que sufran sobrepeso. Sin embargo, es posible que desde el hogar se cambien hábitos y se establezcan unas pautas saludables que acompañen a los niños gran parte de su vida.
Hábitos saludables en el hogar
Tener una alimentación sana y practicar ejercicio con regularidad son dos pilares que pueden sostener la salud de los niños durante el resto de su vida, previniéndoles frente a la obesidad y una larga lista de enfermedades crónicas. Por esta razón, en los hogares se pueden seguir una serie de pautas para lograr que la alimentación sea los más sana posible:
- Limitar el número de alimentos insanos que tenemos en casa. Si nuestros armarios están llenos de alimentos que tienen muchas calorías y pocos nutrientes (patatas fritas, refrescos, zumos derivados de concentrados…) es complicado que si el niño tiene hambre no recurra a ellos. Si en su lugar, tenemos un frutero con fruta fresca a la vista es sencillo que le podamos ofrecer un plátano o cualquier otra pieza y generar así una costumbre saludable.
- Realizar el mayor número de comidas compartidas posibles. Comer en familia fomenta la comida saludable, sobre todo, si en ellas no hay ningún dispositivo electrónico encendido. Los expertos señalan que comer frente a la tele, el i-pad… hace que los niños ingieran más calorías y más cantidad de lo debido, ya que embelesados por las imágenes no son conscientes de lo que están comiendo.
- Promover la actividad física de los niños y restringir el tiempo que los niños dedican a actividades sedentarias. La Asociación Española de Pediatría aconseja que los niños de entre dos y cuatro años no deberían pasar más de dos horas al día frente a una pantalla (televisión, Tablet…) y los menores de dos años no deben pasar nada de tiempo frente a las pantallas.
Los padres: el mejor ejemplo
Las buenas o malas costumbres que tengan los padres, tanto en alimentación como en ejercicio físico, resultan claves para que los niños escojan un camino u otro. En un hogar en el que se cocina poco y los padres ingieran alimentos poco saludables es más probable que los niños coman lo que ven. Muchos estudios señalan que cuando en el hogar se consumen con regularidad frutas y hortalizas, los pequeños consumen gran cantidad de ellas. Por otra parte, si los padres evitan el sedentarismo es poco probable que los niños pasen horas delante de una pantalla. Al revés: motivarán a los niños para que se muevan: a través de juegos, salidas al campo, deportes… Además, tendrán ropa deportiva adaptada a la edad de los niños y conocerán lugares donde los pequeños puedan correr y saltar en libertad. En definitiva, los padres son un modelo para sus hijos y el ambiente familiar es clave para evitar la obesidad infantil.
