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Errores nutricionales y niños: cómo evitarlos

Niño cocinando con su papá

Alimentación sana, vida sana
Lograr que los niños coman sano es el objetivo nutricional más importante que debemos fijarnos en la infancia. Para que los niños aprendan esta importante lección, que es una de las bases fundamentales para llevar una vida saludable en la edad adulta, no sólo debemos hacer hincapié en qué alimentos les ofrecemos si no en todo el proceso que lleva aparejada la alimentación. A menudo, en nuestro bagaje como adultos llevamos incorporadas costumbres que no siempre son las más indicadas. Te contamos cuáles son los errores nutricionales más comunes y cómo evitarlos, para que los niños crezcan sanos y felices.

 
Evita estos errores a la hora de comer:

  • Hacer de las comidas un momento de tensión y drama. Es una de las preocupaciones más habituales cuando los niños crecen. ¿Come lo suficiente? ¿Se alimenta correctamente? La preocupación de muchos padres porque los niños estén bien alimentados provoca a veces tensiones familiares durante las comidas, especialmente cuando se trata de niños que no comen bien. Sin embargo, resulta fundamental fomentar un ambiente sano en la mesa y fomentar las buenas sensaciones en torno a la comida. Para ello, conviene relajarse y no forzar a los niños a comer, ya que esto suele ser contraproducente: no provoca que el niño coma mejor y crea un ambiento negativo para que se alimente correctamente.
  • No dejarles elegir. Si bien es verdad que no es bueno que los niños elijan qué van a comer, podemos amoldarnos un poco a sus gustos. Esto quiere decir que si hay una verdura en concreto que rechazan, intentar cambiarla por otra. La idea es que los niños coman una amplia variedad de frutas, verduras y legumbres. Y podemos jugar un poco porque en el mercado existe una gran cantidad de alimentos de este tipo. Los expertos señalan que hay que tener paciencia para que los niños se habitúen a ciertos alimentos. Y lo que hoy rechazan, mañana les puede gustar. Para ello, puedes cambiar la presentación del alimento hasta que se vaya acostumbrando a su sabor.
  • Usar la comida para premiar o castigar. Es un hábito con el que muchos hemos crecido. “Castigado sin cenar”, “Si te portas bien, cenamos pizza”. Además de fomentar una respuesta emocional a la comida, no es acertado desde el punto de vista educativo. El objetivo de una alimentación sana es que crezcan con una relación con la comida saludable y ofrecerle un valor de premio o de castigo no ayuda en absoluto en este aprendizaje.
  • Dar prioridad a productos ultraprocesados y azucarados. A veces, porque nosotros mismos les damos importancia sin darnos cuenta. Por ejemplo, puede pasar que hagamos viernes especial y elijamos para cenar pizza o hamburguesa. Esto que lo vemos como un premio porque finaliza la semana y queremos darnos un capricho es una forma de dar valor a alimentos poco saludables. El uso habitual de alimentos ultraprocesados o azucarados es poco saludable y hace que el sabor de los alimentos naturales se camufle con sabores artificiales. Lo mejor: intentar hacer elaboraciones caseras y evitar el abuso de salsas como el kétchup, que son ricos en azúcar.
  • No dejarles participar en la cocina. Normalmente a los niños les encanta “meter las manos en la masa”. Coger los alimentos, jugar con ellos, explorar… forma parte del aprendizaje de los más pequeños. Si les dejamos participar en el cocinado, tendrán una mejor predisposición para probar las elaboraciones.
  • Forzarle a que se acaben todo. Las personas conocemos bien los mecanismos de hambre-saciedad y forzarles a comer más de lo que necesitan no es bueno para una buena educación nutricional. Además, enseñarles a distinguir entre tener hambre física y hambre emocional es clave para que en la edad adulta tengan una buena relación con la comida.
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