Escuela infantil: cómo trabajar la educación emocional
Educación emocional, ¿por qué es necesario desarrollarla?
Las emociones son intrínsecas al ser humano. Nos permiten adaptarnos a la sociedad, relacionarnos con los demás y con nosotros mismos y son la base de la autoestima, clave para tener una buena salud mental y desarrollarnos como personas en toda su plenitud. Por esta razón, fomentar la educación emocional en la escuela infantil debería estar presente en el proyecto educativo de los centros. Y, ¿en qué áreas debemos centrarnos?
En primer lugar en el autoconocimiento. En la infancia los niños aprenden a relacionarse consigo mismos y con los demás. Hacer hincapié en observar, comprender y expresar las emociones y el efecto que tienen estas en el comportamiento es un aprendizaje valiosísimo que podemos fomentar ya desde los primeros años.
En segundo lugar, el autocontrol. Durante los primeros años los niños pasan por distintas fases, pero están centrados sobre todo en sí mismos. Están buscando su identidad, separada poco a poco de la de sus padres, y todo lo viven desde el yo. Aprender a dar una respuesta adecuada y efectiva sobre las emociones que están sintiendo, sin inhibirlas, es el objetivo de trabajar el autocontrol.
Por último, la conciencia sobre los demás. Aprender a tener empatía, es decir, a ponernos en el lugar del otro y a respetar las diferencias. Una enseñanza clave que podemos trabajar en el aula para hacer de los niños personas con valores.
Te contamos cómo trabajar cada una de esas áreas ya algunos recursos que pueden ser muy útiles para fomentar la educación emocional dentro del aula:
Autoconocimiento: me expreso, me quiero
Aprender a poner palabras a lo que estamos sintiendo y darle una lectura positiva a la emoción es clave para desarrollarnos como personas felices y seguras de nosotros mismos. Para ello, hay que poner énfasis en usar un vocabulario emocional apropiado. Los estudios revelan que el nivel de vocabulario emocional de los niños en edad pre-escolar es un indicador de éxito académico y competencia social en los cuatro años siguientes.
¿Cómo podemos ayudar a ampliar el vocabulario emocional?
Los cuentos son una de las herramientas más eficaces para transmitir conocimiento en estas edades. Se pueden encontrar títulos en las librerías sobre este tema, como “las emociones de Nacho”, de Lisbet Slegers o “Sentimientos”, de Patricia Geis.
Además, las actividades donde se pueden identificar emociones mediante gestos son muy beneficiosas porque les ayuda a ponerles nombre. Puedes encontrar plantillas o fotos mostrando distintos gestos y hablar sobre cómo se siente el protagonista o hacer vosotros mismos las fotos, con una Polaroid o similar. También existen juegos tipo memory de emociones que pueden ser divertidos a partir de los dos años y medio.
Fomentar la autoestima también es clave en estas edades. Durante los primeros años los niños se enfrentan a un montón de retos: deben aprender a hablar, contar, andar, dibujar… por tanto, tener una buena autoestima favorecerá mucho el proceso de aprendizaje. Para tener una buena autoestima hay que trabajar en todas las áreas para que el niño construya una imagen sana y positiva sobre sí misma (con sus amigos, con su familia, en el colegio, consigo mismos…).
¿Cómo podemos fomentar la autoestima?
Los cuentos nos dan ideas para pensar juntos y reflexionar lo importante que es la actitud en las situaciones. Un buen ejemplo de ello es Malena Ballena, de Davide Calli, donde una niña vence sus complejos viendo la situación desde otro punto de vista. Luego, actividades que fomenten el conocimiento de uno mismo como ponerle colores o formas a los compañeros y explicar por qué son buenos ejemplos, ya que nos ayuda a ver la imagen que proyectamos.
Autocontrol: aprendo a pensar antes de actuar
A partir de los dos años comienza la etapa de las rabietas. La clave es aprender que el enfado es una emoción normal, sin calificarla, y a focalizar esa energía hacia una reacción más tranquila, sin agresividad.
Para trabajar el autocontrol podemos recurrir una vez más a los cuentos. Sobre las rabietas existen bastantes títulos. Luego, para aprender a calmarse se pueden hacer ejercicios como respiraciones, yoga… También podemos usar técnicas como la del Semáforo, que son muy claras para enseñar nuestro nivel de enfado. Luz roja, me estoy enfadando y tengo que parar a reflexionar. Naranja, controlo la emoción y puedo expresar lo que estoy sintiendo. Verde, identificada la causa del enfado decidimos qué hacer con él y cómo volver a estar en un estado emocional neutro.
Conciencia sobre los demás: la empatía
Entre los dos y los cuatro años los niños empiezan a abrir su mundo y a ver las personas que le rodean. Es el momento de aprender a reconocer y respetar las diferencias entre unos y otros.
En cuanto a la empatía esta no significa pensar igual que los demás, sino entender cómo se sienten y ser capaces de ponernos en su lugar.
Una vez más debemos recurrir a los cuentos que nos señalan de forma lúdica y educativa situaciones que nos hacen interiorizar las emociones. Además, algunas actividades que nos pongan en la piel de otras son muy efectivos. Podemos intercambiar prendas de ropa y que adivinen que ha cambiado y a quién pertenece. Hablar sobre si conocemos a los demás, si nos gustan las prendas de los demás o la importancia que le damos a la ropa son buenos puntos de partida para trabajar la empatía.
Volver