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Establecer rutinas es clave para que los niños duerman la siesta

Un bebé duerme en su cama a plena luz

Ayuda a que los niños concilien mejor el sueño por la noche
Según los expertos, los niños deberían dormir la siesta hasta los cuatro años de edad. La siesta tiene grandes beneficios para los niños y, siempre que se pueda, hay que intentar alargar este proceso lo máximo posible. Permite que los niños repongan fuerzas, fijen los conocimientos aprendidos durante el día (afecta a la memoria a corto plazo) y, en contra de la creencia popular, ayuda a que los niños duerman mejor por la noche.

Los estudios realizados hasta la fecha han demostrado que la siesta favorece que los niños desarrollen el pensamiento abstracto, les ayuda a diferenciar lo importante de lo irrelevante y a detectar patrones cuando se encuentran con nueva información, relacionando causas y efectos con mayor facilidad.

 
Qué hacer para fomentar la siesta
Para lograr que un niño duerma la siesta durante el mayor tiempo posible es fundamental seguir una rutina, igual que se hace por las noches. Para ello, no debemos olvidar que el niño nos da señales: se frota los ojos, comienza a estar irritable (protesta o llora) o nervioso… entonces es el momento de acostarle. Conviene llevarle a su cuna o cama y que sea él mismo el que concilie el sueño. Algunos niños lo consiguen mejor si se les lee un cuento o se les pone música suave… pero muchas veces esto son hábitos que se aprenden. Lo importante es rebajar la luz, pero no totalmente para diferenciarlo de la noche, y establecer un ambiente tranquilo.

Las rutinas permiten que los niños se tranquilicen al conocer lo que va a suceder a continuación. Les aporta seguridad y les relaja para dormir mejor. Las rutinas se deben de poner en marcha desde que el bebé tiene entre 6 u 8 semanas y deben mantenerse estables todo lo posible. Esto significa mantener los horarios los más parecidos posibles. En este sentido, la hora de dormir por la noche no debe variar más de una hora entre el verano y el invierno. Establecer horarios rígidos, a priori puede parecer esclavo para los padres, sin embargo, está demostrado que funcionan mejor ya que los niños aprenden a dormir mejor y están más relajados durante el día. Los pediatras señalan que la siesta tranquiliza, reduce la hiperactividad y la ansiedad de los bebés y facilita que concilien el sueño por la noche. En cambio, si llegan cansados a la noche, se sobreexcitan y les cuesta dormir.

Hay que tener en cuenta que la necesidad de dormir va cambiando según van creciendo. Un recién nacido puede dormir entre 16 y 20 horas diarias y desde el año y hasta los tres años este número baja a entre 10 y 13 horas. Esto nos debe servir de base para saber si el niño está o no durmiendo lo suficiente. Cuando esto pasa los niños pueden mostrarse cansados, irritados o afectar a su rendimiento escolar.

En cuanto a los horarios de la siesta lo ideal es que esta se produzca antes de las cuatro de la tarde y favorablemente tras la comida, ya que la digestión produce que el niño esté mas predispuesto al descanso.

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