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Estrés infantil: cómo detectarlo

Niña se tapa la cara con las manos

Poner la atención en la detección temprana
A menudo, el estrés se considera un problema de adultos. Solemos achacar los problemas de conducta de los niños a etapas propias del crecimiento. Por esta razón, muchas veces pasan desapercibidas situaciones o estamos emocionales de los pequeños. En general, solo se acude a un profesional cuando los síntomas son muy llamativos y afectan a la convivencia y bienestar familiar. Por esta razón, la detección temprana es clave. ¿Cómo podemos saber si un niño está sufriendo estrés? Te contamos cuáles son los síntomas y te ayudamos a detectarlos cuanto antes.

El estrés continuado afecta negativamente a los niños
Diversos estudios han puesto de manifiesto que sufrir estrés continuado puede perjudicar la salud de los niños. El estrés y la ansiedad sufridos de forma continua puede afectar a regiones cerebrales que están relacionadas con la conducta, la personalidad e incluso las capacidades cognitivas de los pequeños. Además, durante la primera infancia las conexiones cerebrales se están creando, por lo que se hace necesario la detección de estas situaciones que provocan estrés. En conclusión, como profesionales de la educación, se hace imprescindible poner una especial atención en la salud de los más pequeños, poniendo en sobre aviso a las familias para evitar situaciones que pueden pasarles facturas en años posteriores.

La pandemia ha provocado estrés y ansiedad en los niños
En este sentido, algunos países, han hecho un gran esfuerzo en la atención a la salud mental de los niños, especialmente ahora, ya que la pandemia ha afectado también a desarrollo psicológico y social de los niños: fomentando la educación de los niños en edad preescolar. No hay que olvidar, que los centros y escuelas infantiles disponen de personal especializado en las necesidades de los más pequeños y pueden detectar con mayor facilidad situaciones que pueden pasar desapercibidas a las familias.

Los niños no saben cómo expresar su malestar, por eso es necesario poner una especial atención a los síntomas que deben alertar a profesores y padres. Dolores de tripa, de cabeza, estar irritados o apagados… son síntomas físicos, pero estar apático en las actividades del aula, retraerse y aislarse también puede ponernos en alerta.

 
Te contamos cuáles son los síntomas más comunes:

  • Síntomas físicos. Dolores de tripa, cabeza… malestar inespecífico. Los niños pueden tener problemas para dormir, sufren pesadillas a menudo o tienen regresiones en el control de esfínteres. También pueden tener una disminución del apetito.
  • Síntomas emocionales. Algunos niños tienden a aferrarse a los adultos de confianza, afectando a su vivencia del día a día, tienen miedo a la oscuridad o no quieren estar solos. Otros no son capaces de controlar sus emociones y tienen reacciones desproporcionadas de llanto, rabia…

Hay que tener en cuenta que hay situaciones estresantes para los niños, entre los que se encuentran la ansiedad de separación de los padres (muy común en los primeros días de colegio), o situaciones como pérdida de seres queridos, cambios de casa, el nacimiento de un hermano…, que pueden provocar situaciones de estrés temporales. Tener en cuenta estas situaciones nos ayudan a aliviar el malestar de los niños. Y el primer paso es la detección temprana del estado emocional de los pequeños.

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