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¿Mi bebé tiene pesadillas?

Niño asustado tapándose con la sábana

Antes de los tres años, no podemos hablar de pesadillas
Alrededor de los tres años los niños pueden comenzar a tener pesadillas: sueños negativos que provocan que se despierten llorando o asustados. Antes de esa edad, a pesar de que durante el sueño un bebé puede tener movimientos bruscos, despertarse… no se puede decir que se produzcan pesadillas, ya que para ello su cerebro debe estar suficientemente maduro para elaborar un escenario y construir un relato en su mente.

 
Los bebés sueñan desde muy temprano
Los expertos consideran que los niños sueñan desde los primeros meses, incluso algunos estudios han señalado que se producen sueños dentro del útero materno. Sin embargo, estos sueños no son como los de los adultos. Los bebés aún no son capaces de construir un escenario, ya que su lenguaje no está desarrollado y, por tanto, su pensamiento está más centrado en las sensaciones físicas que experimenta. Las pesadillas comienzan con sus primeros miedos y mientras el niño intenta diferenciar la realidad de la ficción. Como decíamos, esto se produce alrededor de los tres años y alcanza su momento álgido sobre los 6 años.

Sin embargo, antes de las pesadillas los niños pueden experimentar terrores nocturnos. Pero ¿en qué se diferencian?

Los terrores nocturnos se caracterizan por un miedo intenso que se manifiesta físicamente. El niño puede tener los ojos abiertos, pero sigue dormido, por lo que no se le puede tranquilizar. Además, el pequeño no recuerda nada al día siguiente y se vuelve a acostar sin dificultad. Los terrores son más frecuentes al principio de la noche, alrededor de una o dos horas después de haberse ido a dormir. A pesar de que es aparatoso, el terror nocturno no es peligroso para el niño y forma parte de su desarrollo normal entre los 3 y los 6 años, desapareciendo de forma espontánea según va creciendo.

Las pesadillas son sueños más elaborados. Para ello, el niño debe construir un escenario, donde razona y se organiza dentro del sueño. Durante la pesadilla se generan emociones fuertes que pueden hacer despertar al niño y es posible que le dificulte conciliar el sueño de nuevo. Además, las pesadillas suceden hacia el final de la noche, durante una fase del sueño llamada REM. Para que se produzca una pesadilla las fases del sueño deben estar bien marcadas y esto no ocurre en los bebés, ya que su cerebro no está maduro aún y las fases del sueño se cortan bruscamente o se solapan. Por lo tanto, las pesadillas tal y como las entendemos los adultos aparecerán durante el proceso de madurez y no son preocupantes salvo si se prolongan en el tiempo o se repiten a menudo. En este caso, lo mejor es consultar con su pediatra para que evalúe la situación.

 
Qué podemos hacer para ayudar al niño:

  • Acompañar. Si el niño se despierta hay que escucharle y calmarle. Validando sus sentimientos y explicándole lo que ha pasado de forma tranquilizadora. Hay que normalizar la situación sin infravalorar lo que ha pasado.
  • En el caso de que el niño tenga los ojos abiertos, pero no responda, no le despiertes. Simplemente, acompáñale tranquilamente a la cama para que siga durmiendo.
  • Si está muy nervioso, espera a que se tranquilice o quédate a su lado hasta que se relaje y pueda quedarse dormido.

Si las pesadillas duran mucho, si son recurrentes o le provocan miedos o bloqueos en sus actividades diarias consulta con su pediatra.

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