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Mi hijo pega, ¿qué hago?

Niño enfadado con gesto agresivo

Los padres deben reaccionar ante la agresividad de sus hijos
Un empujón, una patada, un mordisco… muchos niños pasan alrededor de los dos años por una fase en la que intentan conseguir sus objetivos pegando a los demás. En otras ocasiones, es otro niño el que le pega para conseguir algo. A veces ocurre de forma accidental y otras este comportamiento se repite. Estas conductas están asociadas a que los demás no responden a los deseos del niño o se les priva de aquello que quieren. Saber reaccionar ante este comportamiento es responsabilidad de los padres o de los adultos que estén a su cuidado.

Un recurso que hay que frenar para que no se convierta en costumbre
Conseguir las cosas a la fuerza es un recurso que los niños aprenden y que repiten si logran el objetivo buscado. Muchas veces aprenden a usar la agresividad de forma involuntaria, de otros niños, o de la familia. Si el pequeño ve que con este comportamiento consigue lo que quiere: la atención de sus padres (aunque sea en forma de enfado), el juguete que desea… lo seguirá haciendo. Por ello, los expertos señalan que para atajar estas situaciones lo primero que hay que hacer es eliminar las consecuencias positivas que lleva aparejada la agresión. Pero, ¿cómo podemos reaccionar? En primer lugar, a pesar de la sorpresa, ser firmes y estar tranquilos e incluso responder con cariño. Nuestra reacción es clave para poner freno a estas situaciones.

 
Las rabietas, conductas provocadas por la frustración
Esta etapa de agresividad coincide con las temidas rabietas, que no dejan de ser conductas explosivas que se producen por la frustración que sienten al no saber resolver de otra manera las dificultades que se van encontrando. Las rabietas suelen desaparecer sobre los cuatro años y medio. Con esta edad, el niño ya es capaz de pedir ayuda a los adultos en lugar de pelearse para conseguirlo. Los expertos señalan qué hacer para educar sin agresividad. Ser constantes desde que aparecen ayudará a que poco a poco estas situaciones terminen por desaparecer.

  • Los niños imitan el comportamiento de otros. Si ante una situación de agresividad, nosotros respondemos con agresividad, el niño incorporará este recurso en su vida diaria como forma aceptable de resolver conflictos.
  • Nadar en la misma dirección. Cuando se empiezan a observar en el pequeño este tipo de comportamientos es clave que padres, escuela infantil, familia… actúen de forma similar.
  • No incitar al niño a que devuelva la agresión con otra agresión, pues es una forma de fomentar la violencia y agrava el problema.
  • Intentar ver qué beneficios está obteniendo el niño de una conducta agresiva y actuar en consecuencia: si quiere algo, denegárselo con cariño; si busca llamar la atención ser firme, con frases cortas y claras, dejándole claro que ese comportamiento no lo vas a aceptar, si tiene un exceso de energía recuerda que los niños deben tener actividad física diaria…
  • Si tu hijo es el agredido, el niño tiene que ver que los adultos actúan. Interviniendo directamente o hablando con profesores o los otros padres.
  • Si la agresión se produce entre hermanos ten en cuenta que entre hermanos exploran sus fuerzas y límites. Los padres deben separar, preguntar las causas y señalar las consecuencias. Además, se debe atender al agredido, pero sin dramatizar en exceso.
  • Habla con tu hijo sobre sentimientos. Los niños deben aprender a identificar sus emociones y a ponerle nombre. Este aprendizaje revertirá toda su vida en su bienestar emocional.
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