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Niños con pesadillas: cómo ayudarlos

Bebé acostado con osito de peluche

El Ministerio de Sanidad en su Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia en Atención Primaria define las pesadillas de los bebés como “ensoñaciones aterradoras que en general provocan que el niño se despierte”. Esta situación empieza a producirse alrededor de los tres años y suelen ocurrir con más frecuencia entre los seis y los diez años. A partir de dicha edad la incidencia suele reducirse de manera progresiva.

Antes de los tres años el niño puede moverse bruscamente, pero lo normal a estas edades es que estos movimientos respondan a cambios en las fases del sueño. Las pesadillas suelen producirse en la fase REM (siglas en inglés: movimiento ocular rápido) y es el momento en que el sueño es más ligero, normalmente, cuando se lleva ya unas cuantas horas dormido. Sin embargo, si los adultos pasamos entre 90 y 120 minutos en fase REM cada noche, un niño suele pasar horas, llegando a estar hasta 15 horas diarias cuando está el útero. Los expertos concluyen que pasar todo este tiempo en fase REM hace muy probable que los niños sueñen, aunque este punto aún no se ha podido demostrar.

En cualquier caso, no hay que preocuparse. Muchos de los movimientos o incluso quejidos nocturnos se deben a que el mecanismo de control del sueño de los bebés aún es inmaduro, lo que hace que las fases de sueño se superpongan y se generen movimientos o muecas que hacen que el niño incluso se pueda despertar ligeramente, lo normal es tras unos minutos de inquietud retome el sueño sin problemas.

 
Pero si mi hijo empieza a tener pesadillas, ¿qué puedo hacer para ayudarle? El Ministerio de Sanidad señala como consejos para superar los malos sueños los siguientes:

  • Mantener unos hábitos de sueño adaptados a la edad del niño. Establecer rutinas para irse a dormir es una buena manera de que el niño desde los primeros meses interiorice el momento de acostarse. Debe ser un rato tranquilo y relajado, alejado de dispositivos móviles o de televisión, y evitando en todo momento factores que puedan estresarle: agitación, historias de miedo… También conviene disminuir la ingesta de líquidos después de cenar y no olvidarse de ir al baño antes de meterse en la cama.
  • Si la pesadilla se ha producido y el niño se ha despertado hay que tranquilizarlo. Señalarle que ha sido un sueño y que lo que ha soñado no existe realmente. Se le pueden dar objetos que le den seguridad (si tiene un peluche o una mantita que le consuela) y si quiere un poco de luz dejarle algún foco tenue que le permita conciliar el sueño de forma tranquila.
  • Existen estrategias que le pueden ayudar a superar sus miedos, como incitarle a que cuente lo que le asusta y cambiar el final, para que la sensación que se le quede sea positiva. También hay cuentos que hablan sobre la superación de los miedos. Es el momento de leer alguno.
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