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Niños que insultan, ¡ponles freno!

Una mamá reprende a su hija que llora

Una forma de mostrar el enfado
Cuando los niños son pequeños utilizan el llanto para expresar su desagrado ante una situación que no les gusta o les incomoda. El bebé llora para señalar una necesidad: tiene hambre, frío, sueño… Según van creciendo, el enfado se vuelve más complejo y aparecen los berrinches. Algunos niños lloran desconsoladamente, chillan e incluso llegan a insultar. Cuando este tipo de comportamientos aparecen hay que ponerles freno lo antes posible ya que con el tiempo se puede convertir en una conducta problemática y puede ser el síntoma de problemas mayores de comportamiento: como el síndrome del emperador o estar demasiado consentido.

¿Cómo podemos hacer para que los niños dejen de insultar?
Lo primero, se debe identificar el insulto como una conducta negativa y no quitarle importancia. Si se le pone freno pronto y no se consienten los insultos, el niño enseguida cambiará de actitud. Muchas veces los niños que insultan responden a un modelo de niño consentido, niños que tienen poca o ninguna consideración hacia los demás, son muy demandantes, caprichosos e incluso retadores, además, tienen muy poca tolerancia a la frustración. Por estas razones, el insulto se convierte en una reacción habitual cuando se enfadan o no logran lo que desean.

 
Te mostramos qué hacer para frenar los insultos de los niños hacia otros niños o adultos:

  • Poner límites. El niño debe ser reprendido desde el primer momento que utiliza el insulto por primera vez. Debe reconocer que es una conducta inaceptable. En algunas ocasiones, cuando el niño empieza a hablar y dice palabrotas, los adultos “le ríen la gracia”, pero estas situaciones hacen luego más difícil que el niño sea respetuoso y no las utilice en el día a día. Además, no solo se trata de las palabras que dice, sino del uso que se hacen de ellas. El niño debe saber que el insulto causa mucho daño a los demás.
  • Regañar al niño sobre cosas concretas. Decirle al niño exactamente qué ha dicho mal, señalarle “eso que has dicho está mal” y no recurrir a su persona, no decirle frases abiertas como “eres malo”. Hay que salvaguardar la autoestima del que agrede y reprender su comportamiento, no su persona. De esta forma evitamos que se acostumbre a calificar y juzgar a los demás.
  • Inculcar el respeto a los demás. Podemos hacerle reflexionar con frases del tipo, ¿a ti te gustaría que te dijeran eso? ¿Cómo te sentirías? ¿Cómo crees que el otro se siente cuando le insultas?
  • Dejar que el niño exprese su enfado, pero sin dañar a los demás. Se trata de equilibrar entre el autoritarismo y la permisividad. Los padres deben actuar de guía con los hijos, mostrándoles que comportamientos son buenos y cuáles son malos.
  • Utilizar los retos en lugar de los castigos. En general, proponer gratificaciones ante el buen comportamiento da mejor resultado que los castigos. Sobre todo, para los niños que se han habituado a insultar o a decir palabrotas. Proponer una tabla de retos con gratificaciones según se vayan cumpliendo objetivos es una forma adecuada y efectiva de modificar malas conductas.
  • Ser un ejemplo. Los adultos deben ser un ejemplo para los niños. De nada sirve que corrijamos al niño si el adulto usa el insulto de forma habitual con otras personas. También conviene poner especial cuidado con las expresiones de menosprecio hacia otras personas cuando los niños están delante, ya que los pequeños imitan el comportamiento de los adultos.

La mejor manera de tratar el enfado
Los insultos pueden ser usados de forma puntual o convertirse en una conducta habitual, pero en cualquier caso hay que responder de forma calmada, sin hacer un drama. Lo ideal, reprender el comportamiento y favorecer la comunicación para que el niño exprese su estado emocional. Elige el momento en el que el niño esté receptivo para hablar con él. Podemos ayudarle con frases como ¿Estás enfadado? ¿Te ha molestado lo que te he dicho? Se trata de aceptar sus sentimientos, pero esto no significan que puedan actuar como quieran, sino respetar sus emociones y señalarle con calma que el insulto no es la manera adecuada de expresarlo (no me gusta eso que has dicho y así no voy a poder ayudarte. Si estás enfadado, dímelo de otra forma y así podré atender a lo que me estás diciendo). Es una forma efectiva de que el niño se exprese con respeto y deje de lado las malas formas.

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