Niños y bebés: infecciones comunes en verano
El verano es una época muy especial para los niños. Los ritmos se relajan, pasan más tiempo al aire libre y disfrutan de un merecido descanso. Sin embargo, durante estos meses no se debe descuidar la salud. Algunas patologías se multiplican en las consultas del pediatra. Las bebidas frías, los helados y los cambios de temperatura son las principales causas de que aparezcan las infecciones respiratorias en verano. Para evitarlas es fundamental mantener una correcta hidratación, tomar alimentos ricos en vitaminas y no abusar del aire acondicionado.
Infecciones de vía aérea respiratoria alta
Son habituales entre los niños durante todo al año. Se trata de infecciones víricas que se suelen incubar entre 24-72 horas y cuyos síntomas suelen ser febrícula o fiebre, congestión nasal, estornudos, dolor de garganta, dolor de cabeza y cansancio. Generalmente estos síntomas se mantienen alrededor de siete días y el tratamiento está orientado a que el niño se sienta mejor. Para ello, se usan antitérmicos y abundante agua. En el caso de que la fiebre se mantenga más de tres o cuatro días o haya otros síntomas como dolor en el pecho o dificultad al tragar o al respirar, habrá que acudir al pediatra para que valore al niño.
Faringoamigdalitis aguda
En la mayoría de las ocasiones, esta afección se debe a la acción de un virus. Los síntomas más frecuentes son dolor de garganta, tos, congestión nasal e incluso llagas en la boca. El tratamiento es sintomático, pero al igual que en los catarros, si la fiebre es elevada o existe dificultad para tragar es necesario acudir al médico.
Por otra parte, también existen faringoamigdalitis irritativas, que suelen tener su origen en el mal uso o el abuso del aire acondicionado. Cuando los niños se someten a temperaturas muy altas de aire acondicionado o bien este les da de forma directa aparece dolor e irritación de garganta, normalmente sin fiebre, producida por la inflamación que provoca la sequedad del aire acondicionado. Conviene evitar los cambios bruscos de temperatura, si el niño dispone de un aparato en la habitación se puede encender un rato antes de acostarse, y luego cuando se vaya a acostar apagarlo. Además, para evitar la sequedad del ambiente conviene ventilar la casa bien de forma diaria o utilizar un humidificador.
Laringitis aguda
Muy frecuente en los meses de verano debido al virus de la parainfluenza, que suele aumentar su prevalencia en primavera y verano. Los síntomas más comunes son tos metálica o perruna, fiebre variable y ruido ronco al coger aire, llamado estridor. La laringitis generalmente empeora por la noche. Mantener un ambiente húmedo mejora los síntomas y le facilita la respiración.
En algunas ocasiones, la inflamación puede dificultar la respiración (entonces la respiración se acelera, se le marcan las costillas o se le hunde el pecho). En estos casos conviene acudir al médico lo antes posible para evitar que la laringe se obstruya.
Otitis externa
Conocida como la otitis del nadador, la otitis externa es una afección que suele darse en los meses de verano y es distinta de la que se produce en invierno, que suele afectar al oído medio.
La otitis externa se suele producir por la humedad de playas o piscinas y su síntoma más frecuente es el dolor, que suele ser mayor cuando se presiona la oreja o al tragar. Se trata con antibióticos y antiinflamatorios. En el caso de otitis, se recomienda siempre acudir al pediatra.
Los niños son muy propensos a la otitis, ya que permanecen mucho tiempo dentro del agua y sus trompas de Eustaquio son más cortas que las de los adultos, por lo que los gérmenes llegan más fácilmente al odio medio. Una forma de prevenir la otitis es secar los oídos siempre después del baño, para evitar que los oídos se queden húmedos durante mucho tiempo, limitar el tiempo que permanecen dentro del agua e intentar hacer descansos entre los baños, para que dé tiempo a que los oídos se sequen.
Volver