Postres caseros: endulza la Navidad de forma más sana
Bizcochos caseros para bebés
Con la llegada de la Navidad el consumo de dulces se dispara y, cómo los postres navideños están íntimamente ligados a las celebraciones, es frecuente que se elaboren versiones caseras para los niños.
Los bizcochos, gracias a que son productos esponjosos y fáciles de masticar, parecen indicados para los niños pequeños. Los bebés pueden manipularlos, aplastarlos con los dedos y deshacerlos en la boca con cierta facilidad. Eso sí, siempre bajo vigilancia. Pero, ¿son saludables?
Los dulces deben consumirse solo de forma ocasional
Desde el punto de vista nutricional, la bollería industrial y la bollería casera es muy parecida, ya que se utilizan prácticamente los mismos ingredientes, entre ellos, el azúcar. Y el mayor inconveniente que tenemos a la hora de elaborar repostería en casa es que al pensar que lo hecho en casa es más sano, lo tomemos en mayor cantidad.
Pero, ¿Y qué ocurre si eliminamos el azúcar de la receta?
Muchas recetas de repostería se adaptan para niños: se pueden hacer postres sin lácteos o bien sustituir la leche de vaca por leche materna o de fórmula; buscar postres sin huevos, sin harina refinada y, por supuesto, sin azúcar. La Asociación Española de Pediatría recomienda introducir los dulces lo más tarde posible y no antes de los 12 meses. Esto es que porque según señalan los expertos: “las influencias precoces en la alimentación del lactante y el niño pequeño condicionan las preferencias futuras por determinados alimentos”. Es decir, a pesar de que hay una tendencia natural en el recién nacido a aceptar los sabores dulces y rechazar los amargos (la leche materna es dulce), los sabores se aceptan mejor si se prueban cuando los niños son pequeños que cuando se tarda en probarlos. Y antes del año, los expertos recomiendan evitar en el desayuno la bollería, galletas y los dulces en favor de alimentos más sanos: pan (preferiblemente integral), los lácteos, la fruta entera acompañados de grasas saludables (aceite, aguacate…).
Ante estas recomendaciones podemos encontrar muchas recetas que sustituyen el azúcar por otros ingredientes: fruta madura, dátiles, panela o miel (esta última está desaconsejada antes del año por el riesgo de botulismo) en realidad estamos liberando el azúcar y aunque parece lo mismo comer un plátano, por ejemplo, que usarlo en un postre no lo es. Al romper la estructura del plátano se libera el azúcar presente en el alimento y provocamos el mismo resultado a nivel metabólico que si usáramos azúcar.
Abusar del dulce provoca el rechazo de sabores naturales
Entonces, ¿podemos ofrecer dulces a los bebés? Los expertos desaconsejan la bollería en niños pequeños porque exponemos al paladar a un dulzor que no se va a encontrar a ese nivel en alimentos naturales como las frutas o verduras, lo que luego dificulta que sean aceptadas por los niños. Por esta razón, es importante crear hábitos de una alimentación sana en estas edades, no prohibiéndolos pero reduciendo o retardando su consumo lo más posible.
Así que, si se decide dar un trozo de bizcocho casero o un postre al bebé, se debería hacer de manera ocasional, es decir, en momentos especiales como un cumpleaños… y no a la semana, ni mucho menos a diario, por supuesto. En todo caso, conviene usar ingredientes de calidad como harina integral y de calidad, tanto de cereales (espelta o kamut) como de frutos secos (almendra…), usar frutas desecadas o cocinadas como dátiles, orejones, pasas… que contienen además de azúcar fibra y otros nutrientes y grasas de buena calidad (aceite de oliva o de girasol) y huevos.
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