Sueño y salud: porqué es importante que los niños duerman lo suficiente
Uno de los pilares básicos para gozar de buena salud
Dormir, junto con la alimentación y el ejercicio físico, es uno de los tres pilares para tener una buena salud y desarrollar una vida sana y plena. Cuando dormimos, el cuerpo y el cerebro descansan y cogen fuerzas para la actividad del día siguiente. Además, el descanso, en el caso de los niños, es clave para su desarrollo físico, emocional, cognitivo y social.
Durante los primeros años de vida los niños tienen más porcentaje de sueño REM, ya que durante esta fase del sueño se producen las interconexiones neuronales esenciales para fijar el aprendizaje. Un niño de dos años duerme un promedio de 13 de sus 24 meses de vida, el sueño actúa como tratamiento reparador, necesario por la velocidad y desarrollo constante que tiene el cerebro del niño en estos años.
Establecer horarios constantes, clave para dormir bien
Si bien existen unos parámetros que indican las horas de sueño necesarias según la edad, luego cada niño tiene unas necesidades distintas; de la misma manera, nacemos con un cronotipo que marca nuestra relación con el sueño: existen niños madrugadores, otros que trasnochan y un tercer grupo que están entre medias y se adaptan mejor a los horarios. Pero en el sueño, no solo influyen las horas, también está muy presente el ritmo, es decir, es necesario que los niños tengan unos horarios constantes y que no varíe mucho el fin de semana, ya que el sueño, frente a la creencia popular, no se recupera.
Nuestro objetivo: tener una buena higiene del sueño
En los primeros seis meses de vida el sueño se distribuye en periodos de actividad y descanso. Es decir, el sueño no es continuo, forma parte de un proceso evolutivo. Durante la infancia, la hormona de la melatonina, que regula el ciclo sueño-vigilia, se segrega temprano y se retrasa años más tarde, durante la pubertad. Tener rutinas favorece la conciliación del sueño: horarios constantes, cenas ligeras, descenso de la actividad y un ambiente adecuado que incite al descanso son claves para que los niños aprendan a tener una buena higiene del sueño.
¿Cómo afecta la falta de sueño a la salud de los niños?
En España, los estudios señalan que alrededor de un 20% de los niños tienen problemas para mantener o conciliar el sueño durante su desarrollo, lo que influye en su salud. El mal descanso produce irritabilidad, cansancio y falta de energía y, si esta situación se alarga en el tiempo, puede provocar cambios metabólicos, endocrinos e inmunológicos; además de repercutir en el bienestar y la salud física y mental de los niños.
Según un estudio realizado por la Sociedad Española del Sueño, en España, cada diez años, los niños pierden alrededor de 24-27 minutos de sueño cada noche. Esto está relacionado con el uso de las pantallas y del retraso a la hora de acostarse. Hace unos años las últimas horas del día se ocupaban en conversaciones o en pasar tiempo en familia mientras que en los últimos tiempos las pantallas ocupan este lugar, cambiando el ambiente y los hábitos del hogar.
Las últimas investigaciones han demostrado que existe una relación directa entre dormir poco y el sobrepeso. Una hora más de sueño al día disminuye un 26% el riesgo de sobrepeso en bebés. Además, los bebés que se despiertan menos durante la noche también tienen menos riesgo de tener sobrepeso cuando crecen. Se cree que el motivo de esta relación es que dormir fomenta la autorregulación y fomenta la rutina en la alimentación, lo que mitiga comer en exceso.
Para lograr que nuestro bebé duerma correctamente podemos entre otras cosas:
- Establecer una rutina a la hora de ir a dormir, por ejemplo: baño, cena y cuento. De esta manera el niño se prepara para conciliar el sueño.
- Mantener unos horarios estables, que no difieran mucho durante los días de descanso: fines de semana, vacaciones…
- Disminuir la actividad física las últimas horas de la tarde. Cambiar la intensidad por actividades relajadas, en un ambiente tranquilo y sosegado.
- Eliminar las pantallas antes de dormir.
- Mantener unas condiciones óptimas para el sueño: luz tenue, temperatura adecuada y ambiente relajado.
