Por qué es bueno tener una alta autoestima
La autoestima es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Es el valor que nos damos como personas y se fundamenta en nuestro propio cuidado. Una persona que tiene una buena autoestima se acepta a sí misma, se cuida y por lo tanto tiene mucho ganado a la hora de entablar relaciones sanas con el resto de personas. Es el resultado de la relación que existe entre nuestra propia personalidad y el ambiente que nos rodea.
La autoestima tiene un papel clave en el desarrollo de los niños. Una buena autoestima ayuda a los niños en el aprendizaje, en las relaciones con los demás y, le permite desarrollarse de forma sana y constructiva. Al contrario, si un niño tiene una autoestima baja puede ser que se sienta inferior al resto de compañeros, lo que hará que sea más tímido, más crítico consigo mismo y que deje de un lado la creatividad.
Da a conocer tus normas
Dar información sobre cómo actuar y dejar saber cuál es la postura de nuestro centro es clave para acabar con este molesto problema. En algunos centros escolares, la proliferación de los piojos es un tema recurrente y de difícil solución. Concienciar a las familias y dar información es fundamental para atajar este problema lo antes posible. Los piojos son pequeños parásitos que viven en las cabezas de las personas. Para alimentarse cogen pequeñas cantidades de sangre del cuero cabelludo, pero no transmiten ninguna enfermedad.
Reciclar, una responsabilidad con el medio ambiente
Aprender a reciclar los residuos que producimos es una responsabilidad que todos los habitantes tenemos con nuestro planeta. Reciclando, los niños aprenden a tener conciencia del valor de las cosas y de la importancia que tiene cuidarlas y conservarlas. Transmitir este hábito a los niños es fundamental para que respeten la naturaleza desde pequeños. Además, fabricar juguetes con materiales reciclados muestra a los niños el valor de realizar las cosas con sus propias manos a la vez que les ayuda a descubrir las propiedades de los distintos objetos y materiales. Los expertos aseguran que crear objetos con las manos estimula la imaginación y el pensamiento abstracto de los más pequeños.
Leer, cantar, jugar, hablar, comer… todas las actividades que se hacen con los bebés les ayudan a desarrollar su cerebro. Exponerles a experimentar sensaciones, a través del tacto, los sonidos o la vista, provocan que su cerebro se ponga a trabajar y les motiva a descubrir un mundo que cada día les parece más interesante.
Cuando nacemos tenemos aproximadamente 100 millones de células. Durante los tres primeros años el cerebro está en plena ebullición y establece miles de conexiones entre sus neuronas. La estimulación consigue que estas conexiones aumenten y con ellas el cerebro se desarrolla más y mejor. Por eso, se pone mucho hincapié en estimular a los niños en los primeros tres años de vida, ya que a finales de este periodo el bebé habrá conseguido formar unos 1.000 trillones de conexiones. La imaginación es una herramienta clave para la estimulación del cerebro.
Tener una buena higiene
Es un mito muy extendido. Se cree que porque los dientes de leche se terminan cayendo no es tan importante cuidarlos como cuando son definitivos. Sin embargo, esto no es cierto. La Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP) señala que todas las infecciones que afecten a los dientes temporales y que progresen por la raíz crearán una bolsa de pus que afectarán luego a los dientes permanentes. De hecho, puede pasar que en el diente definitivo se ocasionen manchas, lesiones o malformaciones cuyo origen sea una infección en un diente de leche que no se trató en su día.
Distribución del espacio, clave en el proyecto educativo
La primera infancia es un momento primordial en el desarrollo de las personas. Pocos años son tan decisivos como estos en el desarrollo físico y emocional de las personas. Por esta razón, son numerosas las familias que buscan para estas edades lugares donde el aprendizaje de sus hijos se haga apoyado en manos expertas que les guíen en la crianza de sus pequeños.
En la educación de los más pequeños, la distribución de los espacios es un elemento clave que debe apoyar el proyecto educativo que queremos llevar a cabo en nuestra Escuela Infantil. Palabras como autonomía, creatividad o comunidad educativa se quedan vacías si no atendemos a los espacios para realizarlas.
El momento de despertarse
Suena el despertador y en muchas casas comienzan las carreras por llegar a la Escuela Infantil o Colegio a tiempo. Para muchas familias, las mañanas son los momentos más delicados del día. Si a los adultos nos cuesta madrugar, cuando hay niños el tema se complica. Que se despierten a tiempo, se aseen, se vistan y tengan todo preparado para salir se convierte a menudo en una odisea y en no pocas ocasiones surge el caos. ¿Qué podemos hacer para llegar a tiempo a la Escuela Infantil sin morir en el intento?
Un momento para disfrutar en familia
Compartir la cena con los hijos es uno de los momentos más bonitos del día. Es una comida que se puede disfrutar con tranquilidad, sin prisas, aprovechando para hacer repaso de las experiencias que hemos tenido durante el día. Incluso, aunque los niños sean pequeños y aún no hayan comenzado a hablar, conviene empezar a tener este hábito que repercute tan positivamente en su salud física y emocional. Para ello, es prioritario mantener lejos los dispositivos electrónicos.
La separación de los hijos
Cuando el niño comienza a asistir a la Escuela Infantil o a la Guardería, algunos padres y madres experimentan un cambio en sus vidas al que deben adaptarse. Se trabaje fuera de casa o no, la separación de los padres con los bebés puede provocar sensaciones de soledad y tristeza, pero también es una oportunidad para recuperar el cuidado y atención a nosotros mismos que todos necesitamos.
La llegada de una nueva etapa
El principio de curso representa para muchos padres y niños la primera separación real. Es un momento muy importante para la familia, porque supone el principio de una nueva etapa, tanto para los padres como para los niños. La entrada en el Colegio, Escuela Infantil o Guardería de los niños supone siempre un periodo de adaptación, al que todos deben acostumbrarse. Según los expertos se producen no solo cambios de rutinas y hábitos, sino también cambios en el estadio madurativo y en el nivel de exigencias que se tendrán con los niños.
El pasado 31 de agosto, el diario El Mundo en su tirada nacional, publicó una entrevista con el Director de Baby Control, Francisco Javier Ramo, en la que señalaba cómo la plataforma de comunicación Baby Control se ha convertido en líder indiscutible en el sector tecnológico en las Escuelas Infantiles y Colegios con área de infantil.
El periodo de adaptación es para todos
Cuando los niños son pequeños el inicio del curso escolar es un momento de tensiones. El periodo de adaptación afecta a todos, a las familias en primer lugar, porque se unen los nervios de los niños que se enfrentan a un nuevo lugar con los de los padres, que a menudo se muestran inseguros o culpables cuando dejan a los niños llorando en las puertas del centro infantil. Entonces, son los educadores los que toman su relevo, convirtiendo poco a poco la escuela en un lugar de disfrute y aprendizaje para los más pequeños.
Estamos a punto de comenzar un nuevo curso, para muchos será el primero de su joven vida y padres y niños tendrán que adaptarse a un nuevo periodo escolar. La vuelta a las rutinas, a unos horarios marcados y a unas normas concretas es fundamental para que los niños vivan este nuevo espacio de tiempo con seguridad. Te ofrecemos una serie de consejos para hacer la vuelta al cole más fácil.
Es uno de los problemas de salud más habituales en verano. Los niños acostumbran a pasar largo tiempo en el agua y acaban con dolor de oídos y en muchos casos con infección. Pero, ¿Es posible evitarlo? Para ello, la clave es la prevención. Estos son los cuidados que hay que tener para mantener los oídos sanos durante la época estival.
Verano: los hábitos se relajan
Para la mayoría de nosotros el verano es una época de felicidad y descanso. En esta época, las costumbres y rutinas se relajan, dando lugar a unos días despreocupados, donde nos dejamos llevar por la diversión. Sin embargo, y a pesar de que en ciertos aspectos es de agradecer (se acaban los horarios rígidos, las prisas o las tareas) en ocasiones se descuidan aspectos básicos de la dieta y la salud de los niños.
Para muchos niños, el verano es sinónimo de aumento de peso y, lo que es más preocupante, de aumento del sedentarismo. La mayor ingesta de refrescos, batidos o zumos repletos de azúcar, golosinas, chucherías de todo tipo, helados… hace que los niños se llenen de calorías vacías que luego no se gastan y se convierten en grasa. Además, muchos niños pasan más tiempo en casa con abuelos, lo que muchas veces se convierte en más horas de televisión, consolas ya que los abuelos por mucho cariño que les den no pueden suplir físicamente la actividad que los niños necesitan. En este sentido, acudir a campamentos o a las escuelas infantiles en verano permite que los niños mantengan en cierto modo sus rutinas invernales y no se “descontrolen” demasiado en la época estival.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) señala que el juego constituye “la razón de ser de la infancia”. El juego tiene una función clave cuando somos pequeños, ya que a través de él se articula el aprendizaje. A través del juego, se estimula al niño y gracias a la experimentación, los pequeños van aprendiendo como funciona todo lo que le rodea.
El juego, por tanto, siempre es educativo, ya que les enseña a conocerse y a desarrollar su personalidad, además de fomentar áreas como la motricidad, la creatividad y la sociabilidad.