Pasar tiempo con los abuelos durante el verano puede ser una experiencia muy gratificante para ellos y también para los niños, que pueden afianzar la relación con sus familiares durante las vacaciones. Ya sea porque los padres están trabajando o bien porque deciden hacer una escapada, el verano es un momento ideal para que nietos y abuelos compartan momentos muy satisfactorios.
Los abuelos tienen un rol diferente a los padres. Ellos ya ha criado y educado a sus hijos y con los nietos pueden aprovechar toda su experiencia para disfrutar con los niños, sin la exigencias que implica ejercer el rol de padres. Aunque el tipo de relación que se establezca entre los nietos y los abuelos depende de una serie de factores: la salud de la que gocen los mayores, si los niños van a su casa o son ellos los que se trasladan al hogar familiar, del carácter y la disposición de los abuelos… normalmente la relación que se establece con los niños es de mucha confianza. Además, durante el verano, cuando no se está tan ligado a horarios y obligaciones ambos pueden disfrutar aún más de esta especial relación.
El verano es una época muy especial para los niños. Los ritmos se relajan, pasan más tiempo al aire libre y disfrutan de un merecido descanso. Sin embargo, durante estos meses no se debe descuidar la salud. Algunas patologías se multiplican en las consultas del pediatra. Las bebidas frías, los helados y los cambios de temperatura son las principales causas de que aparezcan las infecciones respiratorias en verano. Para evitarlas es fundamental mantener una correcta hidratación, tomar alimentos ricos en vitaminas y no abusar del aire acondicionado.
La natación es uno de los deportes más completos que existen y sirve para desarrollar aptitudes físicas, psíquicas y neurológicas. Practicarlo desde los primeros años de vida permite disfrutar de un ocio activo y mejorar aspectos como la coordinación, el equilibrio, la resistencia y la confianza de los niños.
Este recomendable deporte tiene la ventaja de que se puede disfrutar desde los primeros meses de vida, aunque realmente no se aprende a nadar hasta los tres años, aun así antes se puede aprender a flotar. Cuanto antes se familiaricen con el agua mejor, ya que los accidentes en el medio acuático son una de las causas más comunes de muerte en los primeros años. La edad, así como la mala supervisión de los niños, son los principales factores de riesgo de estos accidentes.
Con la llegada de las vacaciones padres y niños están más relajados lo que propicia que se dedique más tiempo a realizar actividades lúdicas y de ocio. Leer es una de las actividades que podemos aprovechar para fomentar el hábito lector ya que es una necesidad fundamental en la educación de los más pequeños. Es verdad que no es sencillo porque, a menudo, existen otros estímulos que rodean a los peques y que les pueden resultar más llamativos y atractivos que los libros. Sin embargo, es fundamental que ya desde la primera infancia se estimule el gusto por la lectura.
El calor hace necesario que los niños y bebés estén perfectamente hidratados y tomen líquidos suficientes. Sobre todo porque dependiendo de la temperatura, la humedad o la actividad física que tengan, las necesidades de agua se pueden hasta duplicar. Hay que recordar que niños y bebés son uno de los grupos de población más vulnerables de sufrir una deshidratación y los síntomas que esta conlleva: dolor de cabeza, somnolencia, cansancio, calambres, sudoración excesiva o aceleración del ritmo cardiaco, además del consabido riesgo añadido de sufrir un “golpe de calor”.
No solo para el desarrollo de las relaciones en casa, sino también para relacionarse con los demás niños en la escuela infantil o colegio. La educación emocional es, según los expertos, al menos tan importante como la educación intelectual, y en ocasiones incluso más. De ella depende que las personas consigan tener habilidades sociales, tengan más autoestima, disfruten de una mejor salud y sean en definitiva más felices.
Está claro que convivir en un grupo trae aparejado una serie de conflictos y si educamos las emociones lograremos que los niños aprendan a relacionarse con sus iguales y con los mayores desde la seguridad y la tranquilidad.
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La llegada de las altas temperaturas provoca que mayores y pequeños pasemos más tiempo al aire libre, una situación que aporta grandes beneficios para la salud. Además del papel que juega la vitamina D, que proviene de los rayos solares, está demostrado que el sol tiene un papel muy positivo en el fortalecimiento del sistema inmunológico. Sin embargo, el sol también puede ser perjudicial cuando se toma en exceso, sobre todo para los más pequeños de la casa.
El lenguaje es la base de la comunicación del ser humano. Comienza a desarrollarse desde que comienza la vida, entonces, aunque el bebé no pueda hablar, escucha todo lo que decimos y va registrando los sonidos en su pequeño cerebro. Desde esos momentos, estamos creando un vínculo de comunicación que podemos estimular. Las personas más cercanas al niño, sus padres, cuidadores, profesores de la Escuela Infantil, todos tienen una función importante en el desarrollo del lenguaje, y si le estimulan correctamente le ayudarán a desarrollar antes y mejor su habla.
Durante los primeros años de vida el bebé debe dormir muchas horas, además, de la noche, el niño reparte habitualmente el sueño en dos siestas diarias, una por la mañana y otra por la tarde. Según van pasando los meses, la necesidad de sueño va decreciendo y la siesta mañanera va desapareciendo. Los niños de entre 1 y 3 años deberían dormir de 10 a 13 horas diarias. La eliminación de la siesta debería ser voluntaria, respetando la necesidad de sueño de los pequeños, pero si para ellos es necesario no se debe prescindir de la siesta, ya que puede alterar su descanso nocturno y crear el cultivo necesario para que se produzcan los terrores nocturnos.
Arroz, pasta, cereales y legumbres… todos estos alimentos son ricos en hidratos de carbono y son necesarios en la dieta de toda la familia, pero principalmente de los más pequeños de la casa, ya que se encuentran en pleno crecimiento. Se calcula que entre un 50 y 60% de la dieta diaria debe estar formada por estos nutrientes, ya que son la principal fuente de energía del cuerpo, necesaria para moverse, pero también para pensar. En definitiva, son la base de una dieta equilibrada. A pesar de que tienen mala fama, debido a que son calóricos, lo cierto es que estos alimentos contienen muchos más nutrientes de lo que crees. Apenas contienen grasa y contienen una gran cantidad de vitaminas del grupo B (B2, B3, B5, B9). Además, poseen fibra, sobre todo las legumbres y los cereales integrales, que son fundamentales para mantener en perfecto estado el tránsito intestinal y evitar el estreñimiento, un problema que afecta a muchos niños.
Aunque el aburrimiento forma parte de la infancia, los padres generalmente se angustian cuando los niños comienzan a expresar su aburrimiento e intentan distraerlos con cualquier cosa que tengan a su alcance. Hoy en día, los niños viven en una sobreestimulación constante. La televisión, las consolas, los teléfonos móviles hacen que tengan a su alcance instrumentos para estar siempre entretenidos y no haya espacio para el aburrimiento o para pasar tiempo sin saber qué hacer. Sin embargo, los expertos señalan que aburrirse reporta enormes beneficios, ya que es la mejor manera de echar a volar la imaginación. Ante los momentos de soledad e introversión los niños buscan formas de divertirse o generan ideas y pensamientos que son muy beneficiosos para su desarrollo emocional.
Es todo un logro en la independencia de los niños que suele llegar entre los dos y los tres años de edad. Aunque no existe un momento fijo, depende de la madurez de cada niño, el pipí diurno y la caca se suele controlar entre los dos años y medio y los tres y el pis nocturno puede tardar un poco más. Este salto evolutivo hace que el niño gane mucho en autonomía y, por tanto, vea fortalecida su autoestima. Sin embargo, controlar los esfínteres no es un proceso que se consiga de la noche a la mañana, es un aprendizaje y como todo aprendizaje podemos usar el juego para ayudarle en este proceso.
Determinados lugares de nuestra infancia se nos quedan grabados y nos evocan los buenos momentos vividos. Suelen ser espacios de juegos compartidos que, sin duda, dejan una huella que nos acompañará el resto de nuestra vida. Cuando estos momentos se disfrutan al aire libre y en contacto con la naturaleza, se producen una serie de beneficios en el desarrollo corporal y emocional de los pequeños que serán aún más fuertes si son los padres los que les acompañan.
A pesar de todas estas ventajas, hoy en día, los niños juegan cada vez menos al aire libre. Los peligros de las sociedades modernas: más coches, más entretenimientos en el interior de las casas (sobre todo en lo referente a las pantallas), padres cada vez más mayores que prefieren llevar una vida tranquila, sin el movimiento que determinados niños precisan… El sedentarismo poco a poco está ganando terreno a la vida activa y libre que ejercíamos en nuestra infancia. Sin embargo, nunca es tarde para revertir esta situación.
En la educación de los niños los padres tienen un papel esencial, son sus adultos de referencia y sobre su comportamiento y su forma de estar en el mundo, los niños cimientan su propio andamiaje emocional y de comportamiento. Sin embargo, a menudo en la crianza se producen conflictos que cuesta manejar, y sin darnos cuenta comienza una espiral de castigos o gritos de la que es difícil salir. Los niños acaban teniendo la percepción de que se les está riñendo todo el rato y los padres piensan que los niños no hacen caso y no saben que herramientas usar para conseguir sus propósitos. La clave para romper esta dinámica es cambiar el punto de vista, olvidarnos de destacar los errores y poner nuestra atención en los aciertos, los logros y los esfuerzos que realizan nuestros hijos.